El asesinato de un senador obliga a Paul Shepherdson, agente retirado del FBI, a volver al trabajo: se sospecha que el autor es un antiguo enemigo de Shepherdson a quien todos habían dado por muerto. En la investigación, naturalmente, le asignan un compañero joven e inexperto llamado Ben Geary. La película transcurre por senderos muy convencionales, trillados. Aparte del interés –relativo– de ver a Martin Sheen y Richard Gere, la historia es plana, y eso es fatal para un thriller. El director revela la mayoría de sus cartas a poco de comenzar la película, lo que le resta interés. Intenta compensarlo guardándose una para el final y jugando a psicólogo, pero Michael Brandt ha escrito guiones de éxito, pero es ...

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