La luz de mi vida

TÍTULO ORIGINAL Light of My Life

PRODUCCIÓN Estados Unidos - 2019

DURACIÓN 119 min.

DIRECCIÓN

PÚBLICOJóvenes

ESTRENO11/10/2019

Dolor y gloria podría llamarse la biografía de los últimos años de los hermanos Affleck. Ben pasó de ser una cara guapa con escaso talento interpretativo, a llegar la cima como director con un triplete impecable: Adiós pequeña, adiós (2007), The Town (2010) y Argo (Oscar a la mejor película en 2012).

Casey abandonó su cartel de secundario insignificante para obtener todos los grandes premios del año en 2016 como actor principal por Manchester frente al mar. Pero después del éxito llegó el abismo: los dos se divorciaron: Casey, de Summer Phoenix –la hermana de River y Joaquin–, y Ben, de Jennifer Garner. Casey, además, fue demandado por acoso sexual durante el rodaje de su primera película como director (la olvidable y controvertida I’m Still Here), y Ben ingresó en una clínica para superar sus adicciones: la ludopatía y el alcoholismo.

La luz de mi vida es otra vuelta de tuerca al género apocalíptico, tan recurrente desde el 11-S y el cambio de milenio. Casey Affleck reconoce que ha hecho una película desde su punto de vista de padre de dos hijos adolescentes, preocupado por el mundo que vamos a dejar a esa generación. La historia que cuenta la película recuerda a dos obras maestras recientes: Hijos de los hombres, de Alfonso Cuarón (2006), y La carretera de John Hillcoat (2019). En este caso, padre e hija sobreviven en un viaje interminable, en un mundo en el que todo es sospecha y carencia.

Casey Affleck sorprende por la personalidad con la que ha contado una historia íntima tan centrada en la relación filial. Destaca la capacidad interpretativa de la jovencísima Anna Pniowsky, que hasta ahora apenas había aparecido en dos series de televisión. Su personaje es la brújula de la película con un proceso de maduración muy logrado que se resume en el colosal plano final. Lo lógico hubiese sido subrayar el heroísmo del padre, pero el director da un giro muy hábil al mostrar a una niña que no se limita a sobrevivir entre los escombros. En este sentido es curioso cómo la película conecta con la esperanza en el futuro de otras películas del momento tan distintas como Ad Astra de James Gray, o Parásitos de Joon-ho Bong (Palma de Oro este año en Cannes).

El guion tiene aspectos discutibles, como la escena inicial. Está claro que el director aprovecha la capacidad educativa de los cuentos nocturnos para acentuar ese modo de narración, pero 12 minutos me parecen un poco excesivos. También hay algunas reiteraciones en el viaje y el descubrimiento de las casas abandonadas, que no ayudan al ritmo de la historia y el desarrollo dinámico de los personajes. Aun así la película es más que notable en casi todo lo demás; tiene una música minimalista muy acertada de Daniel Hart (A Ghost Story) y un secundario magnífico, apenas esbozado e interpretado por Elisabeth Moss.

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