Conocerás al hombre de tus sueños

Alfie, un jubilado cercano a los 70 años, deja a Helena, su mujer, por Charmaine, una prostituta hortera de pelo teñido. Helena cura sus penas acudiendo a una echadora de cartas y flirteando con un viudo. Mientras, su hija Sally se plantea dejar a su marido, Roy, para irse con su jefe. Por su parte, Roy, un escritor mediocre que solo ha conseguido publicar una novela, se ha enamorado perdidamente de su exótica vecina a la que espía por la ventana.

Sí, es Woody Allen. Un Allen a años luz de la originalidad de Annie Hall o Hannah y sus hermanas, de la chispa de Misterioso asesinato en Manhattan y, no digamos, de la reflexión moral de Match Point. Un Allen que sigue hablando de lo de siempre -del amor, del sexo, de la muerte y de la religión- y como siempre.

El cinismo de Woody Allen, que ha crecido con los años, se ha convertido en un oscuro nihilismo y, a estas alturas, al realizador norteamericano le quedan pocas cosas que decir. “Dentro de cien años ya no estaremos, habrá otra generación diferente y todas nuestras aspiraciones no tendrán trascendencia ninguna. Todo es estruendo y furia y, al final, no significa nada”.

Con este planteamiento tan pesimista, Allen confiesa que “ruedo historias para distraerme de mis pensamientos malsanos”. Y eso es esta película: una distracción de Allen que rueda cada vez de manera más desmadejada, con la experiencia que da el oficio, con un guión irregular que alterna la réplica ingeniosa con el corta y pega de otras películas y, eso sí, con un magnífico y variado reparto que funciona muy bien y diluye el aburrimiento de volver a ver una película menor de Woody Allen.

Contenido exclusivo para suscriptores de Aceprensa

Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.

Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.

Funcionalidad exclusiva para suscriptores de Aceprensa

Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.

Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta para poder comentar. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.