La película triunfadora en el Festival de San Sebastián juega con la realidad y la ficción literaria en un relato hábil, con un componente sexual retorcido y enfermizo.
Con toneladas de nostalgia y reiterativas bromas sexuales, la película pinta a los numerosos miembros de un clan familiar post-generación del 68, y traba bien las anécdotas que configuran la historia.
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