Dos documentales recientes muestran lo fácil que es, en el afán por ficcionar unos hechos, acabar dando pábulo a teorías conspirativas, como explica el historiador Gaizka Fernández Soldevilla.
El éxito de la telerrealidad no solo se debe a que explota las “bajas pasiones”. También puede servir para “radiografiar” una sociedad, y para que el espectador se mire en el espejo.
El “streaming”, cuerno de la abundancia audiovisual, desplaza a las cadenas de TV. Pero algunos advierten que el mercado no podrá digerir esta producción creciente.
Armando Fumagalli, de la productora Lux Vide, resalta el valor de las biografías y de los clásicos literarios como fuentes de argumentos para el cine y la televisión.
“¿Qué ponen en la tele?” es la pregunta del espectador tradicional, que mira la programación de una cadena. Los jóvenes ven la televisión de otra manera, gracias a Internet.
En España, las televisiones públicas de las autonomías se ha convertido en un peso para el erario público, con una audiencia pequeña en la mayoría de los casos.