El sociólogo de la moda, recientemente premiado, ha estudiado algunas dinámicas propias del sector, como la importancia de las redes informales o la “selección colectiva” de tendencias.
Si durante décadas la alta costura y el lujo estaban reservados al cliente maduro y de estatus económico alto, hoy las marcas se fijan en la generación Z para rejuvenecerse y ampliar mercado.
La realidad virtual amplía las posibilidades del diseño y permite a “influencers” y miembros de redes sociales presentarse con ropa nueva cada día; pero las prendas digitales no visten.
Por la subida de costos y los problemas logísticos, las grandes marcas europeas empiezan a repatriar la producción de ropa que habían llevado a Asia, donde se han perdido ya miles de empleos.
La “tecnología ponible” puede aportar mucha información sobre el estado del cuerpo, pero no está claro es si esa información se traduce en más libertad o en más agobio.
En la moda se están introduciendo, a través de la microelectrónica y fibras especiales, distintos modos de utilizar la ropa para ofrecer posibilidades que van más allá de la estética.