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José Jiménez Lozano, un escritor abierto a lo esencial

publicado
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El 9 de marzo de 2020, a los 89 años, falleció José Jiménez Lozano (Langa, Ávila, 1930), Premio Nacional de las Letras Españolas en 1992, Premio Cervantes en 2002, Premio de las Letras de Castilla y León, Premio Nacional de Periodismo, entre otros galardones.

Licenciado en Derecho por la Universidad de Valladolid y en Filosofía y Letras por la de Salamanca, fue director de El Norte de Castilla y corresponsal de ese periódico durante el Concilio Vaticano II, tarea que plasmó luego en Cartas de un cristiano impaciente.

Al jubilarse, se instaló con su mujer en el pueblo vallisoletano de Alcazarén. Además, fue cofundador de la interesante iniciativa Las Edades del Hombre, con la que se ha mostrado la riqueza del patrimonio religioso y cultural de la Iglesia en Castilla y León, en numerosas y variadas exposiciones, muy bien dispuestas por diversas ciudades de esa región.

Jiménez Lozano afirmaba que la literatura es “hacer vida con palabras”, y esto es lo primero que llama la atención y que atrae al lector de sus obras: la belleza de una prosa rica, inconfundible, en la que lo culto y lo popular se armonizan, y ocupan un lugar destacado tanto las descripciones de la naturaleza como los diálogos muy vivos. Una prosa cervantina. A esto hay que añadir la riqueza que aportan su formación humanística y cristiana, su inconformismo, que se manifiesta siempre con elegancia, con ironía inteligente y socarrona, pero también con firmeza. Sus novelas no tienen grandes argumentos; más bien se trata de vivencias, de reflexiones, de impresiones sutiles, llenas de humanidad y de lucidez, abiertas siempre a lo esencial, a lo trascendente.

El escritor se mantuvo más bien alejado de los círculos literarios. Su obra, como su conducta, discreta y sencilla, se ha ido fraguando paso a paso y se ha ganado por méritos propios a un buen número de lectores incondicionales, aunque a veces la crítica lo haya postergado un poco. Es evidente que algunas de sus opiniones contrastan con lo que hoy parece que prevalece y se estila. Frente al consumismo, individualista y materialista, y al predominio de la técnica, nos sugiera una vida más humana, más relacional, y más abierta al arte, a la cultura y a Dios.

 

Sus libros

José Jiménez Lozano es autor de numerosos ensayos, entre los que cabe destacar Guía espiritual de Castilla (1984); de doce poemarios, como Un fulgor tan breve (1995) o La estación que gusta el cuco (2010); y de una treintena de novelas y libros de relatos, entre los que se puede señalar El grano de maíz rojo (relatos, Premio Nacional de la Crítica 1989); El mudejarillo (1992), quizá su mejor obra, en torno a san Juan de la Cruz; La boda de Ángela (1993); Un dedo en los labios (1996), compuesto de retratos de mujeres; Un pintor de Alejandría (2005)…

Sara de Ur (1989) y El viaje de Jonás (2002) son dos excelentes textos de tema bíblico. También destacan los relatos breves de El cogedor de acianos (1993) y La querencia de los búhos (2019). Su novela Las gallinas del licenciado (2005) es una deliciosa historia cervantina.

En otras obras, los temas y ambientes transcurren en épocas más cercanas, como en Ronda de noche (1998), sobre el trasplante fraudulento de órganos, y Se llamaba Carolina (2016), historia de una maestra en la época de la posguerra española. Además, están sus libros de memorias y aforismo como La luz de una candela (1996), Memorias de un escribidor (2018). Una cuidada Antología de sus cuentos, a cargo de Amparo Medina-Boca, se puede encontrar en la Colección Letras Hispánicas de Cátedra (2005).

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