Dos artículos recientes critican la tendencia a cifrar los problemas ecológicos en el peligro de catástrofes globales. En uno de ellos (Washington Post, 22-I-96), Charles Krauthammer se refiere a quienes ven en cualquier capricho meteorológico una señal del efecto invernadero.
En muchos templos budistas de Japón hay miles de mizuko jiko, estatuillas que representan a niños abortados. Sus padres acuden allí en señal de arrepentimiento y duelo. Sheryl WuDunn describe esta costumbre en New York Times (25-I-96).