Quién era Charlie Kirk, y qué revelan su carrera y su asesinato

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Charlie Kirk, durante un acto de Turning Point USA en Phoenix, el 19-02-2024 (foto: Europa Press / Brian Cahn)

Charlie Kirk (1993) era uno de los comentaristas políticos más influyentes de Estados Unidos. Cofundador en 2012 de Turning Point USA, una organización dedicada a movilizar a estudiantes universitarios en favor del pensamiento conservador, Kirk emergió como una voz central del movimiento trumpista MAGA, escribió varios libros y era una personalidad muy popular entre la Generación Z gracias, sobre todo, a su contenido online.

Casado y padre de dos hijas, fue asesinado de un disparo en el cuello el 10 de septiembre de 2025 durante un evento en el campus de la Universidad del Valle de Utah. Su muerte ha agitado el debate sobre la polarización política, la violencia en la vida pública, el acceso a armas de fuego y la construcción de audiencias y narrativas.

Guerrero antiwoke

El activismo político de Charlie Kirk comenzó con dieciséis años denunciando el alto precio de las galletas. “Estudiantes en contra de la inflación de la galleta” fue la primera manifestación de un interés por la política precoz e intenso.

Esta reivindicación expresaba un descontento más amplio: “Entiende mi contexto –explicaba en una entrevista con Jordan Peterson–. Cuando yo estaba en secundaria, Barack Obama se convirtió en presidente. En aquel momento, tenía un gran coste social estar en desacuerdo con Obama y yo decidí ofrecer resistencia cuestionando si de verdad iba a poder traer la utopía que prometía. Era mi manera de rechazar la ortodoxia”.

Kirk terminó canalizando esa resistencia con la creación Turning Point USA, una organización que Peterson califica como “la más influyente” en el pensamiento conservador. ¿Cómo llegó a estas posturas, mientras su generación se entregaba a las ideas progresistas? Lo explicaba en la entrevista: por un profundo rechazo a la educación que recibió; una educación que, según los dogmas del movimientos woke, se fundamentaba en el odio a la patria y el rechazo a Occidente, de la que se contaba una historia que ocultaba sus aciertos y acentuaba sus pecados.

Su activismo nació como respuesta a la educación que había recibido, empapada de ideas woke

Kirk también fue una pieza clave en las campañas presidenciales de Donald Trump dirigidas a movilizar el voto joven. Fue presidente de Students for Trump y participó activamente en la campaña de 2016, y en las elecciones de 2024 organizó la gira universitaria «You’re Being Brainwashed Tour» (Te están lavando el cerebro).

El activista popularizó el formato Prove Me Wrong (demuestra que estoy equivocado): bajo un cartel con esa invitación, Kirk se colocaba en campus universitarios y otros espacios públicos y pedía a los estudiantes, profesores o transeúntes que desafiaran sus opiniones conservadoras sobre política, cultura y sociedad. La dinámica buscaba que los participantes presentaran argumentos en contra de su postura, generando diálogo o confrontación en cámara. En el momento de su asesinato estaba precisamente en uno de estos eventos, que frecuentemente “reciclaba” para sus vídeos, redes y podcast.

¿Quiénes seguían a Charlie Kirk?

El éxito de Kirk entre las generaciones más jóvenes se explica por una serie de factores. En primer lugar, Kirk interpelaba directamente a un público universitario sobre debates controvertidos (algo que suponía un reto, ya que, según una encuesta, la mayoría de universitarios de Estados Unidos está en contra de dejar que un ponente con ideas polémicas hable en el campus). El comentarista también abanderaba un conservadurismo en auge en ese país, que combina el activismo político con un mensaje sobre la necesidad de una renovación religiosa nacional. Por último, Kirk dominaba los formatos mediáticos que amasan audiencias: una combinación de encuentros de persona a persona (una mina de contenido viral en redes sociales) y un podcast, The Charlie Kirk Show, de formato más largo, en el que difundía su ideario.

Su discurso no era plato de buen gusto para todos: lloró de emoción con la victoria de Trump, hablaba de que el hombre debe liderar en su matrimonio y en su familia, y era un firme defensor del derecho a portar armas. Cuando un joven le preguntó que debía hacer con su novia, a la que quería, pero con la que no compartía ideas políticas, él le contestó con un claro y directo “déjala”.

Kirk encontró su audiencia entre jóvenes que se sentían abandonados por el discurso político mainstream y perdidos en el nihilismo posmoderno

Criticaba el endeudamiento al que se veían obligados las generaciones más jóvenes, denunciaba la desconexión de las élites con los problemas reales y abogaba por la familia como camino de felicidad.

Aunque se había ganado fama de hábil polemista, también escuchaba con delicadeza las historias de las personas trans que cogían el micro, les explicaba con respeto lo que para él era la verdad innegociable y estaba dispuesto a hablar de todo con todo el mundo sin insultar ni humillar. En un mar de contenido político en internet que busca el zasca y la narrativa simplista, los vídeos de Charlie Kirk son una rara avis en los que asoma un genuino interés por la persona que tiene delante y una búsqueda sincera de la verdad.

Kirk encontró una audiencia entre los varones jóvenes a los que el discurso político y social mainstream ha dejado abandonados, entre aquellos que consideran que la libertad de expresión está en entredicho y reclaman un espacio en el que poder disentir sin ser cancelados, entre quienes rechazan el nihilismo posmoderno y buscan respuestas en la fe de sus padres, entre quienes se han sentido castigados por las instituciones tradicionales y han encontrado mejores representaciones en el mundo online.

La fractura política (y la mediatización que la alimenta)

Tras su muerte, se ha hecho viral un vídeo con reacciones de universitarios (claramente no afines a Kirk) al asesinato del político. Sorprenden la indiferencia o incluso las congratulaciones de los entrevistados. Sorprende también la rapidez con la que alguien ha pensado en hacer un vídeo semejante.

Sus detractores han compartido varias publicaciones que rescatan un vídeo del propio Charlie Kirk declarando que las muertes por arma de fuego son un precio que hay que pagar para garantizar el derecho a portar armas en Estados Unidos. Y cabe preguntarse: cuando una persona acaba de ser asesinada, ¿es el mejor momento para echarle en cara sus ideas?

El asesinato de Charlie Kirk y, sobre todo, las reacciones, dicen mucho del ecosistema político, social y mediático en el que intentaba abrirse paso Kirk. Un ecosistema viciado por la polarización y en el que la ideología se confunde con la identidad personal, y la opinión política con un absolutismo moral intolerante.

Fue en ese ecosistema en el que Kirk construyó un espacio de debate y confrontación, a veces polémico, a veces provocador, que atrajo tanto seguidores como críticos. Su muerte no solo es una tragedia personal, sino también un espejo de una sociedad en la que la confrontación y la viralidad dominan la conversación pública, y en la que un asesinato a sangre fría, en vez de generar consenso en la condena, se convierte en combustible para alimentar la polarización.

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