James Gray se estrenó como director en 1994 con Cuestión de sangre, por la que ganó el León de Oro en Venecia con tan solo 24 años, sin despertar especiales entusiasmos en la crítica ni en la taquilla. Esta es su cuarta película, que compitió en Cannes 2008 y se estrena con considerable retraso. En la irregular La noche es nuestra y su otras dos películas anteriores, Gray había intentado una puesta al día del cine negro con resultados más bien pobres.

De alguna manera, esta cinta supone un cambio de registro, una historia fuera de los ámbitos delictivos. Leonard, treintañero, vive con sus padres. Introvertido e inseguro, ha intentado suicidarse. De pronto, conoce a dos mujeres, la tímida hija de unos amigos de sus padres y una vecina de vida alegre, amante de un hombre casado.

Pero el cambio solo es hasta cierto punto, pues Gray se mantiene en unos parámetros narrativos de historias desencantadas, con personajes sumidos en una profunda insatisfacción vital que se dejan arrastrar por las circunstancias. Aunque el triángulo afectivo-sexual que se cuenta en Two Lovers sea altamente improbable, la calidad de los intérpretes (Joaquin Phoenix repite el personaje que ya bordó en dos películas anteriores: El bosque y En la cuerda floja) y la voluntad de estilo de Gray como realizador, hace que la película se siga con cierto interés. El recurso al sexo explícito se suma a unos caprichosos giros en la historia que la perjudican y devalúan.

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