Hay un hecho que demuestra hasta qué punto el entorno laboral se ha convertido en una acumulación ingobernable de tareas y e-mails que nos causa zozobra. Y ese hecho es que ha surgido un subgénero dentro de la autoayuda dedicado a la productividad personal.
Hoy no escasean ni apps para medir pormenorizadamente el tiempo, ni gadgets inverosímiles que –se supone– ayudan a exprimir al máximo cada día. Pero ¿y si la solución no estuviera en dilatar cada mañana nuestra lista de obligaciones, sino en aligerarla de los quehaceres innecesarios o superfluos?
Es esto lo que parece sugerir Cal Newport, profesor de informática en la Universidad Georgeto ...
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