Para construir un mundo más justo no bastan las reivindicaciones sociales. Hace falta una moral que vaya más allá de la “ética del esfuerzo” y de la “búsqueda de la excelencia”.
La crisis económica ha provocado un descenso de la inmigración latinoamericana hacia Europa, y la búsqueda de oportunidades en su propio entorno geográfico.
Tal como ya sucede en algunas urbes de EE.UU., los latinoamericanos de altos ingresos están abandonando las periferias y regresando al centro de las ciudades.
La recuperación económica y el encarecimiento de las tasas están llevando a muchos a preguntarse si merece la pena estudiar una carrera para encontrar empleo.
El alto porcentaje de jóvenes que ni estudian ni trabajan se debe no solo a la atonía del mercado laboral, sino también a la poca preparación de muchos de ellos.
Ante la crisis financiera, la ética social católica puede servir para humanizar el sector económico y empresarial y para recuperar un capitalismo moralmente responsable.
Frente a visiones más utilitaristas Precht sostiene que el ser humano, tiende a cooperar y a prestar su ayuda desinteresadamente creando espacios sociales solidarios.
Si ya antes de la crisis había aumentado la desigualdad en los países de la OCDE, en los últimos años la brecha de ingresos y de riqueza se ha situado al nivel más alto de las tres últimas décadas.