Una crisis desigual: qué ha pasado y qué se puede hacer

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La OCDE lleva tiempo advirtiendo sobre el aumento de las diferencias entre ricos y pobres, especialmente durante la crisis. Los sucesivos estudios publicados por la OCDE desde 2008 permiten sacar algunas conclusiones sobre los factores que están detrás de esta mayor desigualdad, así como sobre sus posibles remedios.

El progreso tecnológico, que favorece a los trabajadores más cualificados, el incremento del empleo precario, el aumento de las familias monoparentales, acentúan la desigualdad

En la mayoría de países de la OCDE, la brecha entre ricos y pobres ha aumentado hasta el nivel más alto de los últimos 30 años. Hoy día, los ingresos del 10% de la población más rica en el conjunto de la OCDE son 9,6 veces superiores a los del 10% más pobre, mientras en los años 80 eran 7 veces mayores. En los años 90, esa relación era de 8 a 1. Y en la pasada década, de 9 a 1.

Las diferencias son todavía mayores en términos de riqueza (patrimonio): en el conjunto de la OCDE, el 10% de los hogares más pudientes posee el 50% de la riqueza, mientras el 40% de los más pobres solo tiene algo más del 3%.

El problema viene de lejos

Estos datos están recogidos en un nuevo informe de la OCDE, titulado In It Together: Why Less Inequality Benefits All. Los autores subrayan que la distancia entre ricos y pobres no es solo un problema de los segundos: además de deteriorar la cohesión social, la creciente desigualdad perjudica el crecimiento económico a largo plazo.

Esta conclusión, que no es pacífica en la literatura económica, es una de las ideas-fuerza que la OCDE lleva repitiendo desde el inicio de la crisis. El informe Growing Unequal?, publicado en 2008, ya identificaba el retroceso de la participación de los salarios en el PIB como uno de los factores que están agravando la distancia entre ricos y pobres (cfr. Aceprensa, 12-11-2008).

Ahora bien, el problema se originó mucho antes. En un informe de 2011, Divided We Stand: Why Inequality Keeps Rising, la propia OCDE señalaba que el aumento de la desigualdad “tuvo lugar cuando los países estaban experimentando un período de crecimiento económico estable, antes de la gran recesión”.

Concretamente, en las dos décadas anteriores al comienzo de la crisis, la renta disponible de los hogares en la zona de la OCDE creció a una media del 1,7% anual. Sin embargo, en la mayoría de los países la renta del 10% más rico creció más rápido que la del 10% más pobre, acentuando así la desigualdad (cfr. Aceprensa, 21-12-2011).

Como se ve, la mayor desigualdad no equivale siempre a más pobreza: los datos correspondientes al período 1985-2005 muestran que el tamaño de la tarta puede aumentar –las economías crecen y aumenta la riqueza media, también la de los más desfavorecidos– aunque el reparto sea desigual.

Los jóvenes han sustituido a las personas mayores en el perfil del “pobre” en la OCDE

Menos desigualdad, mejor para todos

Pero es innegable que, en los países más golpeados por la crisis, la desigualdad y la pobreza se han acentuado notablemente entre 2007 y 2010. En España, el 10% más pobre perdió un 13% de sus ingresos, mientras el 10% más rico solo perdió el 1,5%. Y la población por debajo del nivel de pobreza está en el 18%, casi el doble que antes de la crisis. En la media de la OCDE ha pasado del 1% al 9,4%.

El informe de 2015 estima que las desigualdades de ingresos registradas en el conjunto de la OCDE entre 1985 y 2005 se tradujeron en una pérdida acumulada de 4,5 puntos de crecimiento de la economía entre 1990 y 2010.

Ahora bien, no hay indicios de que esa pérdida se deba a las ganancias del 10% más rico. Por eso el informe advierte, en sintonía con un documento de trabajo publicado en 2014 (cfr. Aceprensa, 7-01-2015), que “el principal factor es la creciente brecha entre los hogares de menos ingresos –el 40% más pobre– y el resto de la población”.

Tendencias que importan

¿Qué ha ocurrido para que ese 40% de la población se haya quedado atrás? Aunque con matices distintos según los países, los informes de la OCDE han procurado identificar cuáles son los problemas comunes.

La disparidad salarial está relacionada con varios factores. Además del retroceso de la participación de los salarios en el PIB frente a las rentas empresariales, la OCDE llama la atención sobre el progreso tecnológico, que premia a los trabajadores más cualificados (cfr. Aceprensa, 21-12-2011).

Otra tendencia que acentúa la desigualdad de ingresos son los cambios en el mercado laboral: en el conjunto de los trabajadores, los empleados con trabajo temporal o a tiempo parcial y los autónomos representan ya un tercio del total de empleos de la OCDE, dice el informe de este año. Desde mediados de los años 90, más de la mitad de empleos creados entran dentro de esta categoría que la OCDE llama “no estándar”.

El aumento de la desigualdad en la OCDE se originó ya en un período de crecimiento económico estable, durante las dos décadas previas a la crisis

Los más afectados por esta tendencia son los jóvenes: el 40% de ellos están empleados en algún empleo “no estándar”, y cerca de la mitad de los trabajadores temporales tienen menos de 30 años. Si a esto se añade el elevado paro juvenil de algunos países se entiende que los jóvenes hayan sustituido a las personas mayores en el perfil del “pobre” en la OCDE.

A elevar la pobreza también han contribuido los cambios en la estructura familiar. Desde su informe de 2008, la OCDE deja claro que el aumento de los hogares unipersonales y de las familia monoparentales suponían más personas con menos ingresos (cfr. Aceprensa, 12-11-2008).

Las diferencias salariales entre mujeres y hombres es un asunto al que el informe de este año concede mucha importancia. La incorporación de más mujeres al mercado laboral ha ayudado a contener el aumento de la desigualdad, pese a que ganan un 15% menos que los hombres.

Pero no es fácil cuadrar la demanda de “más empleo de calidad” con la realidad de que el trabajo a tiempo parcial –menos horas y menos paga– ha servido para contener el paro durante la crisis (cfr. Aceprensa, 22-07-2009). También ha favorecido la incorporación al mercado laboral de grupos tradicionalmente menos representados, como las mujeres casadas (cfr. Aceprensa, 21-12-2011).

Otro factor que ha aumentado la desigualdad es el debilitamiento de la redistribución. En los primeros años de la crisis, los seguros de desempleo y otras medidas redistributivas lograron paliar la brecha de ingresos. Pero después, pese a mantenerse elevado el desempleo, los gobiernos de la OCDE optaron por centrarse en la disminución del déficit público con recortes que afectaron al seguro de desempleo, la educación y las inversiones.

Hoy día, los ingresos del 10% de la población más rica en el conjunto de la OCDE son 9,6 veces superiores a los del 10% más pobre, mientras en los años 80 eran 7 veces mayores

Identificar los problemas principales sirve para saber qué hay que acometer con más urgencia. En coherencia con su diagnóstico, la OCDE propone centrarse en las siguientes medidas: crear empleo de calidad; invertir en políticas educativas que doten a los jóvenes de las competencias que exige el mercado laboral; promover la igualdad salarial entre sexos; mejorar la redistribución a través de los impuestos y las transferencias sociales… Pero cómo hacerlo es ya entrar en terreno más escarpado.

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