El Papa levanta el secreto pontificio sobre las causas de abusos de menores, a fin de facilitar la colaboración con las autoridades civiles y las víctimas.
Kristen McQueary, del consejo editorial del “Chicago Tribune”, pone a la archidiócesis como ejemplo de respuesta diligente a la crisis de los abusos sexuales a menores.
Las nuevas disposiciones sobre las obligaciones de los obispos y sobre los procedimientos para responder a las denuncias van más allá que el vademécum para las diócesis que se había anunciado.
El Papa emérito señala causas como la revolución sexual, la crisis de la teología moral, la relajación en los seminarios o la falta de energía para imponer penas canónicas.
La condena al arzobispo de Lyon por no haber denunciado casos antiguos de abusos de menores suscita importantes cuestiones sobre cómo un obispo habría de afrontar situaciones de esa clase.
La reunión de obispos y superiores religiosos con el Papa ha subrayado la centralidad de las víctimas, la necesidad de transparencia y el papel de los laicos.
En Australia, a algunos comentaristas les preocupa que se le haya declarado culpable solo por la credibilidad otorgada al acusador, así como la parcialidad de los medios y de la policía.
A pesar de sus deficiencias metodológicas, un informe encargado por la Conferencia Episcopal revela que se trata de un problema al que la Iglesia católica ha de enfrentarse con mayor fuerza.