Michael Sandel, El descontento democrático

El descontento democrático

EDITORIAL

TÍTULO ORIGINALDemocracy’s Discontent: America in Search of a Public Philosophy

CIUDAD Y AÑO DE EDICIÓNBarcelona (2023)

Nº PÁGINAS448 págs.

PRECIO PAPEL22,90 €

PRECIO DIGITAL10,99 €

GÉNERO

Se da por hecho ya que el candidato republicano a las presidenciales estadounidenses del próximo mes de noviembre será Donald Trump. En El descontento democrático, publicado originalmente en 1996, pero que ve ahora la luz por primera vez en español con nuevos capítulos, Michael Sandel ofrece una explicación de por qué gran parte del electorado conservador le sigue votando.

La teoría política del profesor de Harvard se inscribe en la tradición republicana de la democracia, alejada de su versión liberal e individualista, que incide en el autogobierno de los ciudadanos. Según Sandel, de hecho, muchas de las crisis actuales se deben a concepciones políticas individualistas.

Evidentemente, tiene enfrente la versión de la justicia de John Rawls. Frente a este último, el de Harvard quiere que los ciudadanos tengan el control de lo que es común para ellos. El pluralismo, explica Sandel, no nos ha de retraer respecto a nuestras convicciones, ni exige la defensa de la neutralidad. Implica discutir públicamente y que cada uno haga idea su visión de lo que es mejor o peor para la sociedad.

Ahora bien, una de las tesis fundamentales de El descontento democrático –y es lo que en realidad ocupa la mayor extensión de este no pequeño libro– reside en sostener y argumentar que este tipo de democracia ha de ir de la mano de una “economía política de la ciudadanía”. Se trata de que la organización económica de la nación no arrebate el poder político de los ciudadanos. La acumulación de poder económico ha sido vista tradicionalmente por la visión republicana de la democracia como una amenaza para la capacidad política del ciudadano.

Otra importante tesis subyacente en la concepción republicana de Sandel estriba en considerar que la economía política de la ciudadanía ha de poseer también un componente moral. En su largo recorrido histórico, el libro se hace eco de hasta qué punto muchos insignes políticos y pensadores norteamericanos concibieron que la organización económica había de contribuir a la calidad moral de los ciudadanos. Los sentimientos de nación y comunidad fomentan la responsabilidad y la solidaridad de los ciudadanos y, por tanto, el ejercicio de un conjunto de virtudes que les haría capaces de contribuir al bien común.

Como se ha apuntado más arriba, Sandel atribuye al triunfo de la versión liberal individualista de la democracia el desinterés por los debates morales sobre cómo debe ser su organización económica. Seguramente, la explicación del éxito popular de Trump requiera otras visiones complementarias a la que aquí nos ofrece Sandel, pero su vigorosa llamada a superar la visión individualista y consumista de la democracia resulta, sin duda, estimulante.

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