Nacido en 1969 en Uruguay, pero residente desde niño en Argentina, Adrián Caetano se dio a conocer en 1997 con la popular Pizza, birra, faso. Después confirmó su calidad en 2001 con Bolivia, que le valió unos cuantos premios internacionales. Ahora avanza hacia la consolidación de un estilo propio en Un oso rojo, intenso drama al estilo del nuevo cine social.
Oso es un veterano e impasible matón bonaerense que ha pasado siete años en la cárcel tras matar a un policía durante un tiroteo. Cuando regresa a su hogar, en un pobre suburbio de Buenos Aires, descubre que su esposa malvive con un parado adicto a las apuestas y que su hija de siete años ya casi no le reconoce. Oso intentará ayudarles de algún modo, mientras lucha por no recaer en el delito y encontrar un trabajo estable. Pero las cosas no serán nada fáciles.
Pocos reproches cabe hacer a las interpretaciones, todas matizadas y muy naturales, sobre todo la del afamado actor teatral Julio Chávez. Por su parte, Adrián Caetano maneja con frescura el férreo guión y lo traduce en una directa puesta en escena, con una planificación muy eficaz y un montaje brillante, ambos muy bien impulsados por una ecléctica banda sonora. En todos esos elementos se aprecia la admiración de Caetano hacia dos géneros clásicos: el western y el cine negro. Sin embargo, el conjunto se resiente un poco de su excesivo pesimismo y de su ambigüedad ética, pues, en cierto modo, parece disculpar la cruel violencia que emplea el Oso para sacar adelante a los suyos. No deja de ser un peligro justificar el tomarse la justicia por su mano. Aunque sea para sobrevivir.
Jerónimo José Martín
