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Tanguy. ¿Qué hacemos con el niño?

TÍTULO ORIGINAL Tanguy

DIRECCIÓN

GÉNEROS

Director: Étienne Chatiliez. Guión: Laurent Chouchan y Étienne Chatiliez. Intérpretes: Sabine Azema, André Dussollier, Eric Berger, Hélène Duc, Aurore Clément. 102 min. Adultos.

Muchas comedias francesas recientes han encontrado un rico filón en las perplejidades postmodernas. La crisis mostró el sinsentido de tantas separaciones matrimoniales; La cena de los idiotas cuestionó la moral yuppie del triunfo a cualquier precio; La fortuna de vivir exaltó la tranquilidad rural frente al frenesí urbano, y Salir del armario miró con ironía la creciente presión homosexual. Ahora, Étienne Chatiliez (La vida es un largo río tranquilo, La alegría está en el campo) afronta el cómodo enmadramiento de tantos veinteañeros en Tanguy ¿Qué hacemos con el niño?, una película a ratos divertida, pero superficial y confusa en algunos de sus planteamientos.

Tanguy es un brillante y encantador joven de 28 años que sigue viviendo con sus ricos padres. Hijo único, infantil y comodón, sufre una incapacidad patológica para cualquier compromiso amoroso o laboral, que le lleva de chica en chica y de aula en aula. Por su parte, sus padres, rebeldes en los 60, son ahora unos burgueses adictos al psiquiatra, cuyo único acto de inconformismo -así lo consideran ellos- es fumarse algún canuto. Pero llega un momento en que los padres no aguantan más, y deciden echar al hijo del hogar, por las buenas o por las malas.

El argumento y el excelente reparto hacían presagiar una comedia divertida y lúcida, como las citadas. Pero Tanguy cumple las expectativas solo a ratos, pues otras veces cae en un humor zafio o en un irritante permisivismo respecto a las drogas o al sexo de usar y tirar, mostrado además con crudeza. Esta ambigüedad culmina en un desenlace interesante, pero algo incoherente, en el que las críticas al hijo se convierten en un duro ajuste de cuentas con la generación de los padres. Estos vaivenes narrativos y una realización solo correcta devalúan los aciertos y provocan una cierta decepción.

Jerónimo José Martín

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