Hace dos años, el discutido cineasta texano Robert Rodriguez (El mariachi, Desperado) cambió de registro y dio en el clavo con Spy Kids, divertida comedia sobre una familia latina de espías. Ahora mejora la fórmula en la segunda entrega, rodada en formato digital y en la que el director hispano es responsable de casi todo.
Esta vez, la jovial familia Cortez sufre un boicot dentro de la propia organización secreta OSS. Esto lleva a los hijos, Carmen y Juni, a enfrentarse con los de Mr. Giggle, el nuevo jefe de la OSS. La lucha entre ambas familias se inicia en un futurista parque de atracciones y alcanza su punto álgido en una isla misteriosa que un científico loco ha llenado de bichos híbridos. Además, allí va a parar un poderoso y ultrasecreto aparato electrónico.
Aunque tiene el mismo presupuesto que su antecesora, Spy Kids 2 ofrece más efectos especiales y más sofisticados. Esto ha sido posible gracias al pluriempleo de Robert Rodriguez, que demuestra una imaginación desbordante en todas sus dedicaciones. Destacan sus divertidos homenajes a Spielberg, El Señor de los Anillos y al maestro de los efectos Harry Harryhausen, cuyo estilo se aprecia en las alucinantes criaturas de la isla. Así se llena de fantasía un guion trepidante y lleno de golpes de humor a costa de James Bond, el ecologismo, la manipulación genética, las nuevas tecnologías y el belicismo estadounidense.
A todo esto hay que añadir que el guión exalta de nuevo la unidad familiar, subraya la necesidad del sacrificio para mantenerla y amplía su enfoque hasta el papel de los abuelos. “Para mí –ha señalado Rodriguez, que es padre de tres hijos–, la idea de Spy Kids siempre ha consistido en mostrar lo emocionante y atrevido que puede ser tener una gran vida en familia”.
