Marcos es un chaval de 17 años que, para escapar del bullying que sufre en el colegio, se integra en una banda de delincuentes.
El cineasta madrileño Daniel Monzón adapta una novela de Javier Cercas y aborda algunas de las cuestiones que ya trató en Celda 211 y El Niño, sus dos mejores películas. Y, sin embargo, aquí, al margen de un prometedor e incómodo prólogo –con esa crudeza sorda para mostrar el bullying–, la historia discurre por caminos muy convencionales. Es una bajada a los infiernos por amor que hemos visto demasiadas veces contada de una manera muy similar a la de decenas de títulos.
A la película le sobra metraje y pesimismo, y el final –el último, porque la película termina varias veces– resulta absolutamente artificioso y poco creíble. Lo mejor es un reparto de actores jóvenes, caras no demasiado conocidas… de momento.
Ana Sánchez de la Nieta
@AnaSanchezNieta