Dos mujeres embarazadas se conocen en el paritorio del hospital. Janis (Penélope Cruz) espera un hijo de un arqueólogo que está casado con otra mujer. Pero ella siempre quiso ser madre y está feliz. Ana (Milena Smit) es una adolescente que fue violada por compañeros de instituto y no sabe quién es el padre de su hija. Las dos madres hacen amistad, y Janis va a ayudar a Ana a salir adelante.
Con esta premisa, Almodóvar podría haber rodado una de sus mejores películas, dada su singular sensibilidad para tratar la maternidad. Pero fracasa al envolver esta trama en una homilía ideológica sobre la Guerra Civil y las fosas comunes, homilía en la que llega a afirmar que la guerra no ha terminado hasta que no se abran las fosas. Esta prédica anacrónica, ajena a los intereses de la mayoría de la gente, lastra hasta hundirla una película que va dando menos a medida que avanza.
Por otra parte, la forma en la que las protagonistas van cambiando sus preferencias sexuales no tiene contexto ni está desarrollada dramáticamente; por lo tanto, resulta poco creíble. Sin embargo, los elementos de la puesta en escena son, como siempre, brillantes, con la estética propia de Almodóvar, y la interpretación de Penélope Cruz, impecable.
Pero a la cinta le falta alma; le falta humor y, sobre todo, no consigue emocionar ni involucrar al público como el director ha sabido hacerlo en tantas ocasiones. Una ocasión perdida.
