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Las invasiones bárbaras

TÍTULO ORIGINAL Les invasions barbares

DIRECCIÓN

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Director y guionista: Denys Arcand. Intérpretes: Rémy Girard, Stéphane Rousseau, Marie-Josée Croze, Dorothée Berryman, Marina Hands, Pierre Curzi, Yves Jacques. 99 min. Adultos.

El canadiense Denys Arcand dio la campanada hace dieciséis años con El declive del imperio americano. Su carrera, poco conocida, como se corresponde a un cineasta independiente y francófono, tiene títulos de la entidad de La verdadera naturaleza del amor. La película que ahora presenta ha recibido los Premios al mejor guión y a la mejor interpretación femenina en el último Festival de Cannes. Se trata de una lúcida y amarga reflexión sobre la segunda mitad del siglo XX, sobre la decadencia física, la decadencia moral, la vida y la muerte.

Usando el mismo equipo que en El declive del imperio americano, Arcand vuelve a reunir a sus intelectuales de izquierdas en torno a Rémy, a quien han diagnosticado un cáncer terminal. Su ex mujer, Louise, llama a su hijo Sébastien, próspero inversor afincado en Londres. Éste acude sin entusiasmo ya que reprocha, con razón, a Rémy, ser el responsable del naufragio familiar. Su madre, sin embargo, perdona y le asegura que Rémy, con todos sus defectos, amaba a los suyos. Sébastian se rinde a la causa familiar y, a golpe de dólar, logra hacer agradables las últimas semanas de su padre: acondiciona una planta del hospital como si fuera un hotel, trae a sus viejos amigos, le consigue heroína para calmar los dolores, localiza a su hermana que se encuentra en el Pacífico Sur… y llega a hablar con él y a decirle que le quiere.

La cinta transcurre, con un ritmo admirable, entre risas y emociones. Unos diálogos inteligentes repasan toda una vida y examinan el acierto de cada decisión. Con la muerte en el horizonte se pregunta ¿ha valido la pena?, ¿qué sentido tiene? Para la generación de Rémy todo se reduce a «hemos sido unos idiotas»; ellos mismos dicen «hemos sido marxistas, existencialistas, nihilistas… no ha habido ningún ismo al que no nos hayamos apuntado». No creen en nada, sólo se pueden agarrar al amor de los seres queridos. Pero sus hijos sí tienen esperanza. Sébastien y Gaëlle, su novia, están decididos a que sus hijos no pasen por lo que ellos han sufrido, y Nathalie logra salir del infierno de la droga y queda como guardiana de los textos, para salvarlos de la barbarie.

Esta película densa, dura y lúcida traza el retrato patético de una sociedad que se tambalea por falta de fundamento moral, pero también muestra que hay esperanza, que la generación siguiente puede evitar los errores de sus mayores. Y en este retrato no faltan los comentarios más groseros acerca de todo y todos: la mujer, el trabajo, la cultura, el arte, la Iglesia, el Papa…; quizá sin ánimo de ofender, pero hiriendo. Es el estilo de Rémy, un hombre encantador pero moralmente vacío, que recurre a la eutanasia para evitar los últimos dolores. Afortunadamente, el final de Rémy no es el final de la película, que termina con los proyectos de los jóvenes.

Fernando Gil-Delgado

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