Consolidada como uno de los mayores éxitos recientes de Netflix, Las guerreras K-Pop ha permanecido durante semanas en el top mundial de la plataforma y se ha convertido en un fenómeno entre el público más joven.
Rumi, Mira y Zoey forman un grupo musical de chicas que no solo amasa un gran número de fans, sino que protege al mundo de los demonios con sus poderes recogiendo el testigo de una tradición ancestral. La película combina acción, humor y música pegadiza en una historia que mezcla la estética del pop coreano con un trasfondo de fantasía y reflexión moral.
El filme recoge con acierto los rasgos esenciales del fenómeno K-pop: canciones pensadas para ser virales, estética vibrante, coreografías milimétricas (diseñadas para ser fácilmente replicables en TikTok), estereotipos de belleza artificiales y una visión del éxito marcada por la imagen y la conexión digital con los fans. Los elementos cómicos están muy bien integrados y la animación consigue acercar la cultura coreana, que ya tiene un gran nicho occidental, a un público más amplio
La violencia en los enfrentamientos contra los demonios, la oscuridad del inframundo y ciertos elementos de sensualidad orientan esta película más a un público juvenil que infantil.
Aunque el guion apunta a reflexiones sobre el bien y el mal o la tentación del poder, hay más ambición que verdadero desarrollo. Aun así, Las guerreras K-Pop funciona como un musical pop con buena animación que define a la cultura juvenil global.