Película basada en hechos reales: la historia de amor, de 1979 a 1981, entre la madura estrella de cine Gloria Grahame y un actor británico que empezaba en la profesión, Peter Turner. A partir de las memorias de este, se recuerda el flechazo y enamoramiento, que en el caso de la ganadora del Oscar por Cautivos del mal venían precedidos de cuatro matrimonios rotos, uno con el director Nicholas Ray, y otro con su hijastro Tony Ray. De esas relaciones habían nacido cuatro hijos. Conviene recordar los antecedentes, porque el film dirigido por Paul McGuigan apuesta por una mirada de romanticismo sublimado, acentuada por una fotografía muy contrastada de abundantes tonos dorados.

Aun así, McGuigan, que maneja un guion de Matt Greenhalgh, no pretende ocultar las aristas que surgen en cualquier relación, aquí acentuadas por la diferencia de edad. El film juega con los elementos de la atracción, pero también con los roces inevitables.

Jamie Bell y Annette Bening encarnan con convicción a la pareja protagonista. Están bien arropados por eficaces secundarios, que atrapan el ambiente normal de Liverpool, el hogar de una modesta familia de condición obrera que contrasta con los oropeles y la frivolidad de Hollywood.

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