La novena puerta

TÍTULO ORIGINAL The Ninth Gate

DIRECCIÓN

GÉNEROS

Director: Roman Polanski. Guión: Enrique Urbizu, John Brownjohn y Roman Polanski. Intérpretes: Johnny Depp, Frank Langella, Lena Olin, Emmanuelle Seigner, Barbara Jefford, Jack Taylor. 132 min. Adultos.

Dean Corso es un especialista en libros antiguos. Un cliente multimillonario le enseña su última adquisición: Las Nueve Puertas del Reino de las Sombras, un libro para convocar al diablo, cuyo autor acabó en una hoguera de la Inquisición. Y le encarga al experto que coteje el libro con otros dos ejemplares similares, que pertenecen a coleccionistas privados, para comprobar su autenticidad. Lo que parece un encargo sencillo, se convierte en una aventura demoníaca.

El guión -adaptación de la novela El Club Dumas de Arturo Pérez Reverte- ha pasado por distintas manos (desde las de Anthony Shaffer a las de Enrique Urbizu, para acabar en las de Roman Polanski), que reducen la historia a la parte relativa al demonio. ¿Qué le pasa a Polanski, que asegura no creer en el ángel caído, y en cambio lo repite como personaje en varias películas? Misterio. El hecho es que el film deja de lado toda la trama en torno al Club Dumas, que tenía un agradable y añejo sabor a aventura.

La película se beneficia de su tono detectivesco y del aura de veneración con que se trata a los libros. El esfuerzo de producción (con iniciativa y gran parte de capital españoles) se nota: la parte visual cuenta con la fascinante imaginería creada por el director artístico Dean Tavoularis y el de fotografía Darius Khondji; la música de Wojciech Kilar resulta inquietante. Pero la trama se desarrolla con ritmo cansino, moroso en exceso; Johnny Depp está demasiado apagado, y su personaje demuestra poca agilidad mental a la hora de interrogarse por una misteriosa joven que aparece siempre a su lado en los momentos más inesperados. La seducción por lo diabólico no logra entenderse: parece capricho de millonarios sin nada mejor que hacer. Hay algunos momentos brillantes (el delirio demoníaco final de un inspirado Frank Langella), pero la película deja una sensación de querer y no poder: Polanski no logra hacer creíble lo increíble, y cae además en algunos de sus excesos eróticos habituales.

José María Aresté

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