La última fortaleza

TÍTULO ORIGINAL The Last Castle

DIRECCIÓN

GÉNEROS

Director: Rod Lurie. Guión: David Scarpa y Graham Yost. Intérpretes: Robert Redford, James Gandolfini, Mark Ruffalo, Steve Burton, Delroy Lindo, Paul Calderon, Clifton Collins, George W. Scott. 131 min. Jóvenes.

Nacido en Israel en 1962, Rod Lurie se graduó en la Academia de West Point antes de dedicarse a la crítica de cine, ámbito en el que llegó a ser presidente de la principal asociación profesional de Estados Unidos. Desde allí saltó a la dirección, primero en el premiado corto Cuatro segundos perdidos y después con el largometraje Deterrence. El año pasado, Joan Allen y Jeff Bridges optaron al Oscar y al Globo de Oro por sus interpretaciones en la tramposa película de Lurie Candidata al poder, un alegato antirrepublicano y abortista. Ahora, el cineasta retorna a sus orígenes militares y despliega de nuevo ese mismo tono panfletario en La última fortaleza, fallido drama carcelario de excelente reparto y guión patriotero.

Robert Redford da vida al general de tres estrellas Eugene Irwin, un militar legendario condenado a diez años de prisión por una desobediencia que costó la vida a varios de sus hombres. Irwin cumplirá la condena en El Castillo, una vieja prisión militar de máxima seguridad, dirigida con fría crueldad por el coronel Winter, al que da vida con inquietante estolidez el camaleónico James Gandolfini. Winter es un coleccionista obsesivo, traumado por no haber entrado nunca en combate. Cuando Irwin desvela públicamente esa deficiencia, la admiración de Winter hacia él se tranforma en un odio profundo, que le lleva a extremar las crueldades hacia todos los presos. La situación se vuelve insoportable, y el rebelde y carismático general Irwin toma una decisión drástica: intentar hacerse con el control de la prisión y destituir al sádico alcaide.

La última fortaleza es una película de generosa producción, bastante bien rodada, e interpretada con convicción por un reparto excelente, en el que se lucen desde el trío protagonista -Redford-Gandolfini-Ruffalo- hasta los últimos presos y guardianes. Sin embargo, todo lo que cuenta suena a ya visto y oído mil veces, de modo que sus alargados 131 minutos pesan como una losa. Además, varios conflictos dramáticos con cierta entidad -el duelo entre el coronel y el general, las tensas relaciones de éste con su hija- son maltratados por el guión. De modo que todo culmina en un festival de violencia absurda e inverosímil, con las barras y estrellas flotando al viento mientras Jerry Goldsmith machaca con las últimas notas de su insistente banda sonora.

Jerónimo José Martín

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