La Liga de los Hombres Extraordinarios

TÍTULO ORIGINAL The League of Extraordinary Gentlemen

DIRECCIÓN

GÉNEROS

Director: Stephen Norrington. Guión: James Robinson. Intérpretes: Sean Connery, Naseeruddin Shah, Peta Wilson, Tony Curran, Stuart Townsend, Shane West. 110 min. Jóvenes.

La premisa de este film, basado en un cómic de Alan Moore y Kevin O’Neill, no puede ser más atractiva. El mundo está en peligro, y los servicios secretos de su Majestad Británica requieren la ayuda de un grupo de hombres extraordinarios, personajes novelescos, entre los que se encuentran Allan Quatermain (creado por H. Rider Haggard), el capitán Nemo (Julio Verne), Mina Harker (Bram Stoker), el hombre invisible (H.G. Wells), el doctor Jekyll (R.L. Stevenson), Dorian Gray (Oscar Wilde) y, estrella invitada americana, Tom Sawyer (Mark Twain). No faltan el villano por antonomasia imaginado por Conan Doyle (el profesor Moriarty), e incluso un marinero llamado Ismael, que pasado el tiempo se enrolaría en el barco del capitán Achab en Moby Dick. La detección de tales referencias literarias hará las delicias del espectador conocedor del humus en el que nacieron; aunque a tal espectador quizá le irriten las «explicaciones» pensadas para el público ignorante, que puede que no sepa cosas como el secreto de la eterna juventud de Dorian Gray.

Stephen Norrington abandona esa orgía vampírica agotadora llamada Blade, también concebida a partir de un cómic, para sumergirse en una trama de aventuras de corte clásico. De hecho el reclutamiento de los distintos hombres extraordinarios -lo mejor del film-, remite a films como Los siete magníficos. Por su parte, el prólogo africano es sencillamente excelente como carta de presentación de Quatermain, el personaje más carismático, al que da vida Sean Connery. Sin embargo, su poderosa presencia hace más patente que el resto del reparto es desconocido y tiene poca gracia. Después, seguir a uno y otro de los protagonistas ayuda a que la historia avance.

Las pegas de guión nacen con el equipo ya formado: salvar al mundo se convierte en un objetivo vago e impreciso, y disparates como la destrucción de Venecia se acercan peligrosamente a lo risible. De todos modos, la película es un digno entretenimiento, con estupendos efectos especiales y dirección artística. Y funcionan bien ideas como la relación paternofilial Quatermain-Sawyer, que simboliza los lazos entre el imperio británico y los nacientes Estados Unidos.

José María Aresté

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