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La habitación de Marvin

Guión: Scott MacPherson.
Intérpretes:
Meryl Streep, Diane Keaton, Leonardo DiCaprio, Robert DeNiro, Hume Cronyn, Gwen Verdon, Hal Scardino.
98 min.

TÍTULO ORIGINAL Marvin's Room

DIRECCIÓN

GÉNEROS

La enfermedad de Marvin, que le obliga a permanecer en cama, con oxígeno, incapaz de pronunciar palabra, provocó la ruptura entre sus dos hijas. Bessie ha cuidado abnegadamente de su padre, dedicándole lo mejor de su tiempo y cariño. Lee prefirió alejarse de lo que parecía una vida inútil, con la excusa de atender a su propia familia… Sin demasiado éxito, pues, divorciada, apenas sabe tratar a sus dos hijos; sobre todo a Hank, problemático adolescente. Después de 20 años sin contacto, Bessie debe acudir a su hermana: le han detectado una leucemia, y la única esperanza de curación pasa por el trasplante de médula de un pariente próximo.

Algunos no dudarían en calificar de fracaso la vida entregada de Bessie. Sin tiempo para enamorarse, ni para tener hijos… ¿Y la recompensa? Una enfermedad en primera persona. Y pese a todo, es feliz. Porque se ha olvidado de sí, y se ha volcado en los otros. Así lo advierten Lee y sus hijos. Bessie se gana enseguida al chico pequeño y, progresivamente, a Hank. Si la habitación de Marvin sirvió para convocar el amor de una hija, la futura habitación de Bessie debe cumplir idéntica misión con el resto de la familia. Estamos ante una película a contracorriente, que ve en las dolencias físicas algo profundamente positivo, capaz de unir o desunir a la familia según como sean aceptadas. No es sólo un mal a combatir, sino otra oportunidad de mostrar el amor con obras.

Jerry Zaks debuta en la dirección con un sólido drama, adaptación de una obra teatral de Scott MacPherson. La película sabe conjugar el drama, con momentos en que resulta difícil contener las lágrimas, con divertidos desaguaderos propios de comedia, y elementos de la vida cotidiana. Aunque sea ésta una película de actores, Zaks narra con pulso firme, y se apoya en ideas visuales eficaces; como el castillo de Disneylandia, que la cámara recorre hasta mostrar su tembloroso reflejo en el agua. Un recuerdo de la fragilidad de la vida, en la que sólo el amor perdura. Es una pena que un film tan redondo pase por alto la cuestión, vital, de la trascendencia.

La narración se sostiene en todo momento, además, por el soberbio trabajo de los actores. Diane Keaton encarna perfectamente a una mujer normal, virtuosa; un papel medido, sin lugar para el histrionismo. Le da perfecta réplica Meryl Streep como la hermana egoísta, cada vez más consciente de que su vida está abocada al fracaso si no reacciona pronto. El resto del reparto, con un magnífico Leonardo DiCaprio al estilo rebelde sin causa, apoya eficazmente.

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