Película dura y difícil donde las haya, cuenta la historia de DJay, un chulo de poca monta que completa sus escasos ingresos vendiendo drogas. Un día descubre que uno de los raperos más famosos del momento fue compañero de infancia. Otro día se atreve a plantearse componer una melodía. Con ayuda de un par de amigos fabrica un pequeño estudio de grabación y prepara una maqueta que, en manos de su viejo amigo, le podría abrir las puertas de la fama.
Aunque este guión de superación parezca ya muy visto, esta película tiene algo más: el tratamiento de DJay (Terrence Howard, aspirante al Oscar), está realizado sin concesiones. Es un chulo y un traficante de drogas y en ningún momento se le muestra de otra forma. Pero es también un hombre inteligente que en otro lugar podría haber tenido una trayectoria diferente. Asistimos a una auténtica redención por el arte, protagonizada por un excelente actor al que acompañan muy buenos secundarios. El vocabulario y la sensualidad de la cinta son incómodos, especialmente en una secuencia en un club de mala nota.
Fernando Gil-Delgado