Corazones en Atlántida

TÍTULO ORIGINAL Hearts in Atlantis

DIRECCIÓN

GÉNEROS

Director: Scott Hicks. Guión: William Goldman. Intérpretes: Anthony Hopkins, Anton Yelsin, Hope Davis, Mika Boorem, David Morse, Alan Tudyk. 101 min. Jóvenes.

Bobby, un tipo maduro, recibe la noticia de la muerte de un amigo de su niñez. Su legado, un viejo guante de béisbol, despierta los recuerdos de un verano maravilloso: las correrías campestres con Molly y Sully; y la llegada de un forastero, Ted, inquilino de una de las habitaciones de la casa donde vive Bobby con su madre viuda.

Adaptación de una novela de Stephen King, en la que resuenan los ecos del relato The Body, adaptado por Rob Reiner con el título Cuenta conmigo. Scott Hicks, con el modélico guión de William Goldman, ha querido subrayar el tono nostálgico de la historia, la rememoración de la infancia perdida. Pues el film describe la entrada de Bobby en la edad adulta. Una entrada dolorosa en algunos aspectos (la decepción por su madre), pero mágica en otros (el primer beso, la amistad con un adulto, una nueva perspectiva de su progenitor). Ha acertado Hicks al pedir a Goldman que obviara todo lo posible los elementos fantásticos del relato de King, para centrarse en los aspectos citados. Su trabajo confirma que King resulta mejor base para la adaptación al cine cuando apenas hay elementos terroríficos pasados de rosca. Así lo demuestran Cuenta conmigo, Cadena perpetua o La milla verde. El problema estriba en que, debido a esto, la persecución que sufre Ted a manos del FBI resulta un tanto increíble; está bien como vaga amenaza que estimula la imaginación de Bobby, pero cuando las pistas de esta asechanza cobran vida, no estamos preparados. Y el final entonces sabe a poco.

Hicks ya demostró en Shine y Mientras nieva sobre los cedros su habilidad para manejar historias dramáticas de personajes poderosos, envueltas en atmósferas de belleza subyugante. Aquí tiene a un magnífico Anthony Hopkins como hombre sabio y cansado; una Hope Davis perfecta como madre que arrastra diversas frustraciones; y unos niños que son y actúan como lo que son, niños. La preciosa fotografía es de Piotr Sobocinski -el operador habitual de Krzysztof Kieslowski-, que falleció meses antes de estrenarse la película.

José María Aresté

Contenido exclusivo para suscriptores de Aceprensa

Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.

Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.

Funcionalidad exclusiva para suscriptores de Aceprensa

Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.

Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta para poder comentar. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.