David Bermann ha sobrevivido al Holocausto. Sueña con una nueva vida en América, y para conseguir el dinero del viaje, continúa la tradición familiar del comercio. ¿Qué necesitan los alemanes en 1946?, se pregunta. Lencería y ropa de cama, es la respuesta. Como el ejército estadounidense tarda en entregarle la licencia que precisa para empezar su negocio, se alía con otras “personas desplazadas” en Fráncfort. Con grandes dosis de elocuencia y desvergüenza, Bermann y sus compañeros viajan de un lado a otro, dirigiéndose especialmente a las viudas de guerra. Aunque los negocios pronto van viento en popa, los aliados no acaban de creer la versión de David de cómo sobrevivió los campos de concentración.
Bye Bye Germany se basa en las novelas Die Teilacher (2010) y Machloikes (2012), de Michel Bergmann, autor del guion con el director Sam Garbarski. Según refiere Bergmann, quiso homenajear a su tío David, quien después de la guerra fue el “rey de los teilacher” (vendedor ambulante, en yiddish). Otro motivo para hacer esta película, explica, es que “sobre el regreso de las víctimas del Holocausto a Alemania no existía nada; era sencillamente una laguna en la memoria colectiva alemana”.
A pesar de que en algunos momentos los decorados resultan demasiado visibles, el diseño de producción está cuidado. La música varía entre reminiscencias del western y un desenfado que subraya el carácter de novela picaresca, salpicada por el típico humor judío y filosófico que recuerda a Groucho Marx; de hecho, la máxima de David es: “Hitler está muerto, pero nosotros seguimos vivos”.
Más de 15.000 judíos sobrevivieron en Alemania. Entre 1945 y 1946 se fundaron en 60 ciudades alemanas nuevas comunidades judías. ¿Qué les llevó a quedarse o a volver, para vivir entre antiguos cómplices de los nazis? Bye Bye Germany apenas roza esta y otras cuestiones –¿dependía la supervivencia durante la guerra solo de la suerte?–; se centra más bien en los elementos cómicos de una historia picaresca.
|
|