En EE.UU. los “worker centers” consiguen llegar a aquellos sectores donde los sindicatos no llegan, como el de la comida rápida o el del servicio doméstico.
Con sus luces y sus sombras, la labor de los sindicatos ha mejorado las condiciones de los trabajadores, lo cual está estrechamente relacionado con la doctrina social de la iglesia.
Con una tasa de afiliación baja, los sindicatos han nutrido sus ingresos con variadas fuentes de financiación pública, difuminadas por la opacidad de sus cuentas.
Mientras gobernadores y alcaldes están haciendo lo imposible para recortar presupuestos en un tiempo de crisis, los sindicatos no logran aglutinar una resistencia.
En la enseñanza pública, los sindicatos de profesores tienen mucho poder porque en las negociaciones son la única parte que está bien organizada para defender sus intereses particulares, sostiene un libro reciente sobre el caso de EE.UU.
Hoy los sindicatos más poderosos son los de empleados públicos y funcionarios. Pero la recesión los ha debilitado, y puede ser el inicio de una reforma laboral duradera en el sector público.
En muchos sitios los sindicatos consideran a los fondos de pensiones como accionistas rapaces, que solo buscan la mayor rentabilidad aunque sea a costa del empleo. Sin embargo, en Quebec el principal sindicato ha creado un fondo que ayuda a salvar empleos y además es rentable. Frédéric Lemaître lo cuenta en Le Monde (27 enero 2001).