Ridley Scott ofrece un largo y episódico “biopic” de Napoleón Bonaparte, muy espectacular en su pirotecnia épica, pero sórdido, difuso y superficial por dentro.
Una historia de superación tras un accidente, en la que destaca sobre todo la estructura narrativa y las sobresalientes actuaciones de los principales protagonistas.
Woody Allen vuelve a explorar la condición humana, ahora a través de un profesor de filosofía desencantado de la vida que de repente se entusiasma con una causa.
En torno a un adicto al sexo y al alcohol que es atraído a una secta, se teje un opresivo relato que quiere ofrecer una reflexión sobre líderes seudorreligiosos.