André Dussollier

François Ozon usa la eutanasia como punta de lanza para hablar del caduco imperio de los sentidos y la consecuente pérdida de las ganas de vivir.
No era fácil adaptar este clásico de la literatura a la pantalla grande. Mark Osborne ha conseguido una versión muy inteligente.
El duelo dialéctico entre un general alemán que ha recibido la orden de destruir París y el cónsul sueco, que trata de detenerlo.
Para disfrutar de esta película hay que tener un sentido del humor que sintonice con Buñuel o los hermanos Marx. Si no, el film sólo producirá asombro y perplejidad.

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