Varias iniciativas recomiendan ofrecer clases particulares o en pequeños grupos para los alumnos que se hayan quedado más atrás durante el parón educativo.
La red social de microvídeos engancha a niños y jóvenes porque ofrece una comunidad de “amigos” caracterizada por la ligereza, el cambio constante y la posibilidad de volverse viral sin ser una “celebrity”.
Si los estudiantes de centros concertados salen más baratos al Estado que los de centros públicos es, sobre todo, por la existencia de políticas injustas que perjudican a sus profesores.
Aunque aún no hay datos que permitan sacar conclusiones definitivas, lo ocurrido en algunos países que han abierto sus colegios indica el camino que seguir… y los riesgos que evitar.
Un reciente informe sobre el consumo de noticias relaciona el recelo a la veracidad de los medios con la polarización ideológica y la preferencia por las redes sociales como fuente de información.
La Generalitat ha denegado los conciertos a los colegios que siguen este modelo, pero la más reciente jurisprudencia del Constitucional y el Supremo invita a pensar que tendrá que dar marcha atrás.
Razones históricas y políticas han generado una anomalía: una parte de la educación privada australiana se sostiene con dinero público mientras cobra tasas elevadas.
La tramitación del proyecto se enfrenta a críticas por la inoportunidad del momento, la falta de transparencia, la poca voluntad de diálogo y el carácter discriminador de algunas medidas.
La manera más sensata de abordar el final de curso es entorpecer lo menos posible la labor de los profesores y colegios. Las “aclaraciones” políticas pueden resultar contraproducentes.
Cinco años después de la gran oleada de inmigración árabe al país, la apuesta por integrar a los refugiados a través de la formación parece estar dando resultado.
Con la futura ley de educación, España se sumará a la tendencia internacional de reforzar el carácter educativo de la etapa preescolar. Pero no está claro que esta sea la mejor opción para los niños.
Varios estudios recientes demuestran que la gestión privada de una escuela no garantiza el éxito, aunque puede favorecer que se den las condiciones para lograrlo.
Ante la preocupación por atajar la creciente segregación racial y económica en las aulas norteamericanas, algunas “charter schools” han convertido este objetivo en parte de su ideario.