Familia

Los permisos parentales escandinavos, los más generosos del mundo, no bastan para que remonte la natalidad.
Empieza a plantearse la posibilidad de que la reducción de jornada no sea una renuncia de las madres para cuidar a los hijos pequeños, sino la norma general.
Pese a que los trastornos de género son normalmente pasajeros, cada vez son más los menores que reciben tratamientos de consecuencias potencialmente permanentes.
Las obras de los grandes pensadores alumbran aspectos cruciales de la labor educativa.
El hogar formado por padre, madre e hijos no ha sido históricamente la norma ni volverá a serlo, señala el ensayista David Brooks en un largo artículo que ha provocado un debate.
En la última década ha retrocedido el divorcio y han aumentado los niños que crecen con sus padres casados.
Un recorrido por la historia de la planificación familiar natural permite hacerse una idea de la base científica y la riqueza antropológica de unos métodos accesibles a todos.
El nuevo itinerario de la Conferencia Episcopal Española no es un cursillo prematrimonial, sino un paso previo para que los novios tomen decisiones mejor equipados.
La izquierda estadounidense empieza a alertar sobre los costes de la inestabilidad familiar.
Ideas que funcionan como signos de distinción social para unos, salen caras a otros que las ponen en práctica.
La entrega de ayudas monetarias para incentivar la natalidad en los pueblos pequeños no es siempre una bala de plata contra la despoblación.
Una macroencuesta avala lo que llevan años diciendo otros estudios: que el matrimonio tiende a deparar una vida familiar más satisfactoria que las uniones de hecho.
Según un estudio, los niños que hacen mayor uso de dispositivos electrónicos desarrollan menos las áreas cerebrales relacionadas con el lenguaje.
En EE.UU. surge un movimiento para ayudar a los padres a resistir juntos la presión del “todos lo tienen”.
La naprotecnología ofrece un enfoque integral a las parejas que no logran concebir.
El XX Congreso Mundial de “Family Enrichment”, celebrado en Londres, subraya el efecto humanizador de la familia.
En las familias no encabezadas por matrimonios, la ausencia de perspectivas a largo plazo y el factor económico condicionan negativamente esa inversión.
Que el ámbito conservador necesita renovarse con las aportaciones de las mujeres ya es un secreto a voces en EE.UU.
El pacto de vida en común, bajo en compromiso, sigue una trayectoria en alza.

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