“Rebeldes” en Harvard, contra la cultura de la cancelación y por la vida

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Harvard provida
Miembros de Harvard Right to Life exhiben una pancarta (foto: HRL)

Miembros de Harvard Right to Life exhiben pancartas (foto: HRL)

 

No es fácil plantarse con un póster en defensa de la vida ante más de 70 universitarios de Harvard que te insultan por tus convicciones. Responder a las ofensas con un “¡los queremos mucho!” y recibir un “¡mentira!; solo quieres hacerme un friki de Jesús”, dice mucho de cómo va degradándose la coexistencia de criterios en un sitio que, teóricamente, debería favorecerla.

Ava Swanson, de 20 años, estudiante de segundo curso de Política e Historia, copreside la organización Harvard Right to Life (HRL). Es una chica como otras: le gusta escuchar música, hacer caminatas… Pero también dedica tiempo a la defensa de la vida humana, y en esa actividad estaba el 4 de mayo, luego de que la filtración del borrador de sentencia del Tribunal Supremo sobre el aborto motivara las protestas de grupos pro-choice en EE.UU. Se hizo ruido en las calles, pero también en los campus, y docenas de miembros de HRL estaban ahí para recibir los ataques que los jueces conservadores del Supremo no recibirían directamente.

Primeramente, Ava, cuéntanos de tu organización. ¿Cuántos la integran?

— HRL es una organización no confesional, dedicada a la defensa del principio de que toda vida humana tiene un valor inapreciable y debe ser respetada desde la concepción hasta la muerte natural. Los que solemos participar en las actividades somos unos 40 miembros.

Por lo regular, el mensaje provida no es bien acogido por sus compañeros…

— Nuestros colegas en Harvard piensan que el credo provida es un ataque a los derechos de la mujer sobe su cuerpo. Los que estamos a favor de la vida, por el contrario, tenemos como objetivo la protección tanto de la mujer como del niño. El derecho a la vida es el más fundamental de todos, y empieza en el momento de la concepción. Ser provida no significa ser antimujer. El movimiento provida aspira a promover políticas afirmativas que beneficien a las mujeres, al tiempo que defiendan la dignidad de la vida.

Justo por ello acaban de recibir varios insultos. ¿Es posible debatir en la Universidad, o la contraposición de ideas se ha vuelto algo raro?

— El insulto es la primera estrategia de defensa de muchos simpatizantes del aborto, aunque en el campus también hay espacio para el debate civilizado. Es simplemente cuestión de encontrar a estudiantes con una buena disposición a sostener un debate sosegado (que, por cierto, tienden a ser cada vez menos y a estar distantes entre sí). La ofensa es claramente un argumento muy débil y normalmente refleja una falta de conocimiento sobre el tema. Vemos ataques ad hominem contra nuestros miembros también en las listas de email y en las redes sociales. Ninguno de esos métodos es productivo ni verdaderamente eficaz para cambiar los puntos de vista.

“La universidad sale perjudicada por la cultura de la cancelación y la falta de vitalidad intelectual”

¿Qué peligros le ves a este modo de reaccionar en una universidad?

— Creo que las universidades crecen en vitalidad en función de su diversidad intelectual. En la medida en que avanza en ellas la diversidad en cuanto a raza, género, etnicidad, etc., se hacen infinitamente mejores, pero también si lo hace la diversidad intelectual.

Los espacios en que únicamente se afirman las propias creencias se tornan grotescamente repetitivos e improductivos. Sin debate y conversación no se puede hallar soluciones. Sin discusión intelectual no se rebaten ideas; no se refuerzan unas ni se desechan otras. La institución sale perjudicada por la cultura de la cancelación y la falta de vitalidad intelectual.

El silencio cómplice

¿Puede la postura de ustedes suponerles una repercusión negativa en el ámbito académico, en la relación profesor-alumno, o con sus compañeros?

— Desafortunadamente, sí. Algunos profesores y estudiantes de Harvard promueven abiertamente sus ideas políticas en el aula, y crean un ambiente hostil a las opiniones divergentes. Los estudiantes que desean que se escuche un criterio distinto son a menudo condenados al ostracismo en clase. Socialmente, la repercusión de sostener opiniones conservadoras o a favor de la vida es mucho peor. Los estudiantes que lo hacen experimentan una especie de relegación social, reciben ataques en las redes y también son enfrentados cara a cara.

Ava Swanson

¿Hasta qué punto la dirección de la Universidad respalda el libre debate y la libre expresión?

— La Universidad apoya de palabra el debate abierto y la libertad de expresión. Sin embargo, muchos estudiantes con opiniones conservadoras o a favor de la vida sienten una falta de respaldo por parte de la institución. Los decanos permanecen en silencio ante los ataques ad hominem y las amenazas por email. Los profesores tampoco dicen nada cuando algunos estudiantes atacan a sus colegas conservadores en clase; incluso algunos profesores apoyan a los primeros en silenciar a los que tienen puntos vista contrarios a los suyos propios.

“Los profesores tienen temor al debate, porque entrar en él puede ser un peligro para su carrera”

Ciertamente, al final del semestre la Universidad permitió dos manifestaciones (una proaborto y una provida) en respuesta a la filtración del texto del Tribunal Supremo sobre el caso Dobbs v. Jackson, que se decidirá este verano. Pero parece que la inacción es la única reacción que tendrá la Universidad en apoyo al debate y a la libertad de expresión.

¿Sabes de maestros o estudiantes cancelados por sus puntos de vista sobre el aborto, la eutanasia, las terapias trans para menores de edad…?

— No conozco de ningún profesor en ese caso, pero tampoco sé de ninguno que haya hablado sobre estos temas. Sí sé de un estudiante que publicó un post sobre la Marcha de la Vida en Washington D.C. y fue cancelado en Twitter por sus colegas.

Los profesores tienen temor al debate, porque entrar en él puede ser un peligro para su carrera. Si los estudiantes están en desacuerdo con sus criterios, pueden ser cancelados, boicoteados, enfrentados… La izquierda “tolerante” casi ha silenciado el debate en el campus, y la universidad sufre por eso.

¿Has hablado alguna vez con los decanos sobre esta situación?

— No, no he hablado con ellos personalmente. Sin embargo, mi compañera de habitación, que no comparte mis mismos criterios políticos, pero que ha visto cómo se me ha tratado en la universidad, ha tenido la oportunidad de hablar con varios y les ha llamado la atención sobre el maltrato de que son objeto los estudiantes cristianos y conservadores. Los decanos parecen estar bastante receptivos a las críticas, pero las acciones hablan más alto que las palabras y todavía estoy esperando a ver qué deciden hacer, a la luz de las continuas quejas.

¿Son ustedes los únicos estudiantes comprometidos con la defensa de la vida, o hay otros que los respaldan, pero no lo dicen, por temor a las represalias?

— Definitivamente, la mayoría de los estudiantes provida en los campus permanecen en silencio por miedo a las repercusiones. En lo personal sé de varios con un credo provida que no asisten a las actividades de HRL, ni dan a conocer públicamente su opinión por temor a sus colegas o a sus profesores.

¿Qué puede hacerse para que la universidad sea nuevamente un espacio de debate, tolerancia y búsqueda sincera de la verdad?

— Habría muchas cosas que pudiera hacer la institución. Puede, por ejemplo, adoptar directivas sobre libertad de expresión, promover la tolerancia, contratar a más docentes conservadores y admitir a más estudiantes con este perfil. Y puede además celebrar debates entre profesores, organizar conferencias con quienes tienen puntos de vista divergentes, y actuar decididamente contra la cultura de la cancelación, el arrinconamiento social y los ataques en el aula.

Hoy se siente como si la batalla estuviera perdida, pero el pasado semestre algo me devolvió la esperanza. La valentía de HRL para programar dos contraprotestas dio voz a los silenciados en el campus y ayudó a muchos estudiantes a darse cuenta de que no están solos con sus opiniones. Ahora que el Tribunal Supremo parece a punto de revocar Roe vs. Wade, tengo la gran esperanza de que el movimiento provida continúe luchando por los niños nacidos y no nacidos, y por las mujeres.

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