La desaparición del supuesto de aborto por anomalías fetales es uno de los puntos más discutidos de la reforma que plantea el gobierno. Por eso es oportuno ver cómo se está aplicando el diagnóstico prenatal en España a estos efectos.
Para valorar la reforma de la ley del aborto planteada por el gobierno español, es importante acudir a los datos. Confrontamos algunas afirmaciones recurrentes con la realidad de las cifras.
El aborto deja de ser un derecho dentro de un sistema de plazos y solo será legal en dos supuestos: por violación o peligro importante para la salud de la madre.
Entre los adolescentes norteamericanos aumenta el consumo de marihuana, aunque baja el de alcohol, tabaco y otras drogas. Parece estar influyendo la legalización del cannabis en varios estados.
El aborto selectivo de niñas no es exclusivo de Asia. El fenómeno aparece también en la Europa oriental, en los países al sur del Cáucaso y entre las diásporas asiáticas.
Una encuesta realizada en Québec sobre un proyecto de eutanasia muestra que el apoyo desciende notablemente cuando se informa sobre las posibles consecuencias prácticas.
Dentro de la tendencia actual a buscar un fármaco para cada problema, la última idea es una píldora para “desenamorar” a quienes están enganchados en relaciones perjudiciales.
Un informe de la Asociación de Economía de la Salud señala importantes “bolsas de ineficacia” en el sistema sanitario español, pero pide que se cuente con los profesionales para reformarlo.
Randy Schekman, premio Nobel de Medicina este año, acusa a revistas como “Nature”, “Cell” y “Science” de favorecer más las investigaciones llamativas que las de calidad.
Los artilugios que nos permiten estar conectados a toda hora amenazan hacernos perder capacidad de centrar la atención. Daniel Goleman tiene un diagnóstico y una propuesta.
El proyecto aprobado en comisión por el Senado belga permite dar muerte a los niños que la pidan en caso de enfermedad terminal y con consentimiento de los padres.
La medida se suma a otras restricciones al aborto propuestas por Rusia Unida, el partido gubernamental, para compensar la progresiva disminución de la población.