La adaptación del libro The Good Mothers, del periodista Alex Perry, nos ha dejado una de las mejores series del año. Se trata de una coproducción italo-británica a cargo de Julian Jarrold, director de cuatro episodios de The Crown, y de Elisa Amoruso, que aporta la cercanía cultural sobre el tema.
La serie explota a la perfección el estilo narrativo del mejor cine de gánsteres. Encontramos en ella muchos de los recursos de Coppola o de Scorsese, o de series clásicas como Los Soprano; pero si algo diferencia a Las buenas madres, es que esta serie no ofrece, en absoluto, la cara dulcificada de la familia habitual en las películas sobre la mafia. Centrada en el ámbito doméstico, la historia sigue los pasos de tres mujeres relacionadas con los principales capos de la ‘Ndrangheta, la mafia calabresa, que a mediados de los 2000 encontraron el coraje para testificar en contra de sus familias.
El excelente guion de Stephen Butchard y una realización impecable consiguen sumergir al espectador en un estado de tensión continuo, sin poner el acento en la acción, valiéndose tan solo de los escenarios claustrofóbicos de los hogares. La nana infantil que se escucha en cada episodio es una buena síntesis del argumento: “Pequeño cordero mío ¿qué hiciste cuando te encontraste en la boca del lobo?”.
Fotografía, sonido y la planificación son también sobresalientes: funcionan al servicio del relato sin una pizca de esteticismo y son, sin embargo, imponentes. El estilo recuerda mucho a The Crown por sus abundantes planos cenitales y las tonalidades frías que tanto utilizaba esta serie.
En cuanto a la interpretación, también merecen buena calificación las actrices protagonistas, todas ellas italianas, que conocen los matices del ambiente y dotan de realismo a los personajes.