Con una estatuilla al mejor actor secundario (Cuba Gooding Jr.) y cuatro candidaturas importantes (película, actor, guión original y montaje), Jerry Maguire fue la única baza del Hollywood system en los Oscars 1996.
Narra las andanzas de un estresado representante deportivo que decide dejar de ser «otro tiburón con traje» y atender mejor a menos clientes. Esto le cuesta el trabajo y le obliga a volver a empezar. En su reciclaje le ayudarán un temperamental jugador de fútbol americano y una encantadora secretaria, madre soltera, que se enamora de él.
A partir de un guión bien desarrollado, con aristas dramáticas y a la vez muy divertido, Cameron Crowe (Solteros) disecciona con ironía la deshumanización del triunfo a cualquier precio. Su realización es convencional, pero suple este defecto con una buena dirección de actores. Junto a la reflexión sobre el sentido del trabajo, se ofrece una visión positiva de la familia y la paternidad, que incluye una leve crítica a la cultura del divorcio. Pero falta solidez moral y se sucumbe a veces a un burdo erotismo y más a menudo a un lenguaje soez.
Jerónimo José Martín