Menores transexuales por contagio

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Menores transexuales por contagio

La cifra de chicas que quieren cambiar de sexo supera mucho a la de los chicos. Todavía no se conocen las causas, pero distintos autores sostienen que la presión social está provocando un aumento en la disforia de género de las menores.

Preocupada por esta situación, la periodista y abogada Abigail Shrier, acaba de publicar el libro Irreversible Damage: The Transgender Craze Seducing Our Daughters [en español: Un daño irreversible]. La autora se ha centrado en la situación de las chicas adolescentes que han pasado por una situación de disforia de género y declara: “Hoy en día grupos enteros de amigas en universidades, escuelas secundarias y primarias en todo el país se declaran ‘transgénero’. Son chicas que no han experimentado ninguna incomodidad con su sexo biológico hasta que escuchan a alguien o descubren en Internet la comunidad de influencers trans”.

En unas declaraciones al Daily Mail, Shrier explicaba cómo las redes sociales y las escuelas que favorecen la ideología de género están asustando a las familias. “Los padres –explica la autora– se han sentido incapaces de reaccionar, percibiendo que el ambiente se volvería en su contra y serían acusados de transfóbicos”.

Esta “cultura de la cancelación” la ha experimentado la propia autora, ya que Amazon no le permitió publicar ningún anuncio para promocionar el libro. “Si escribes un libro celebrando a las adolescentes con problemas que de repente se declaran ‘transgénero’, Amazon lo promueve con gusto. Pero si escribes un libro que señala los riesgos de este cambio de género, Amazon no quiere tener nada que ver contigo”, decía en un artículo para el Wall Street Journal.

“Hay chicas que no han experimentado nunca una incomodidad con su sexo biológico hasta que descubren en Internet la comunidad de ‘influencers’ trans”

En el libro se menciona un estudio de Lisa Littman, profesora de Ciencias Sociales y del Comportamiento en la Universidad de Brown, que recoge entrevistas con padres de adolescentes disfóricas. Muchos explican que la aparición de la disforia se produjo en el contexto de un grupo de amigas donde varias se habían declarado transgénero en poco tiempo, y después de que sus hijas hubieran aumentado el uso de las redes sociales e Internet. Littman inició este estudio en 2016, cuando buceando por las redes sociales supo que un grupo de chicas de una ciudad de Rhode Island se habían declarado transgénero todas a la vez.

A la misma preocupación responde otro libro publicado el año pasado, Inventing Transgender Children and Young People, de Michele Moore, profesora y directora del Centro de Justicia Social y Responsabilidad Global en la Universidad London South Bank, y Heather Brunskell-Evans, filósofa y teórica social. La obra analiza “cómo se crea a los ‘niños y jóvenes transgénero’ a través de servicios especializados en el desarrollo de la identidad, grupos de presión, recursos escolares, guías de género y libros de trabajo. También a través de consultas de psiquiatras y de la industria farmacéutica”. Las autoras quieren demostrar los daños psicológicos y físicos que sufren los niños y jóvenes por la ideología transgénero.

Un aumento sin precedentes

Pero ese influjo no tiene el mismo efecto en los dos sexos. En la última década el número de chicas que piden cambiar de sexo ha aumentado más de un 4.000% en Reino Unido, frente a un 1.150% en el caso de los chicos. La exministra de Igualdad Penny Mordannt, en 2018 encargó una investigación para conocer las causas del fenómeno. Todavía no se ha publicado ningún resultado. Algunos autores, como Shrier, apuntan que una de las causas puede ser que las chicas son más propensas a sentir disgusto por su cuerpo y aspecto físico, y ahora se les ofrece el cambio de sexo en vez de tratamiento contra su insatisfacción.

Shrier toma como ejemplo el caso de las chicas con anorexia, a las que no se les anima a dejar de comer, para explicar que a una adolescente con disforia de género tampoco hay que animarla a que cambie su sexo, sino ayudarle en el proceso de identificación personal con su cuerpo. La autora lo comentaba así en un artículo del New York Post: “He entrevistado a más de cuatro docenas de familias cuyas hijas adolescentes quedaron atrapadas en esta corriente. Sus historias siguen un patrón: una niña no expresa ningún malestar con su sexo biológico hasta la pubertad, cuando aparecen la ansiedad y la depresión. La niña lucha por hacer amigos. Se sumerge en las redes sociales y descubre gurús transgénero o su escuela celebra unas charlas que celebra los viajes de género o alberga un club de la Alianza Gay-Heterosexual que impulsa la ideología de género. Al principio, prueba un nuevo nombre y pronombres, su escuela la anima, manteniendo todo esto en secreto para sus padres. Después ella quiere más”.

El libro de Shrier pretende ser un aviso para una sociedad en la que declararse trans es una moda e incluso puede llegar a otorgar a la persona un estatus social. También es un compendio de consejos, pautas y datos que sirven como referencia para los padres que necesitan información y recursos para conversar de este asunto con sus hijas.

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