La crisis económica ha provocado un descenso de la inmigración latinoamericana hacia Europa, y la búsqueda de oportunidades en su propio entorno geográfico.
En África y el Oriente Próximo, muchos miles tienen motivos muy fuertes para emigrar, y seguirán cruzando con peligro el Mediterráneo mientras Europa no les abra una vía legal para entrar.
La emigración supone una fragmentación de la familia, con repercusiones en los más jóvenes y los ancianos que quedaron atrás. Las iniciativas para atenuarlas son escasas.
Ante la llegada de inmigrantes rumanos, búlgaros y de otros países en apuros económicos, algunos Estados, como Alemania, buscan fórmulas para blindarse.