Con 17 años y sin compañía alguna, Kevin se largó de Honduras con rumbo a EE.UU., siguiendo los consejos de su abuela: “’Ella quería que me fuera. Me dijo: ‘Si no te unes a la pandilla, te van a disparar. Si te unes, la pandilla rival te va a disparar, o te disparará la policía. Si te vas, nadie lo hará’”. Su testimonio, documentado por un informe de la ACNUR sobre el drama de los menores centroamericanos que viajan hacia
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