En este libro, Irène Némirovsky (1903-1942) rinde homenaje a uno de sus escritores favoritos, Antón Chéjov (1860-1904), una de las cumbres de la literatura rusa de finales del siglo XIX. La autora maneja mucha información que sabe dosificar. Su objetivo es trazar una biografía sencilla, en la que da mucha importancia a los sucesos familiares que marcaron la vida del escritor y que contribuyeron a su concepción de la literatura.
Gracias a su experiencia familiar, a sus estudios de medicina, a sus trabajos como reportero y a sus amistades, Chéjov consiguió calar el alma cotidiana de la sociedad rusa y mostrar las vidas de personajes sin historia, anodinos, insustanciales, tristes. Y todo ello sin dejarse llevar por un marcado existencialismo o un explícito moralismo. Para explicar el fondo de las narraciones de Chéjov –si lo tienen–, la autora reproduce unas palabras del también escritor ruso Iván Bunin: “Ni siquiera los que estaban más cerca de él supieron jamás lo que pasaba de verdad en las profundidades de su alma”.
Chéjov nació en la ciudad de Taganrog, donde su padre regentaba un colmado que no iba muy bien. Las deudas obligaron a la familia a trasladarse a Moscú, aunque Antón se mudaría más tarde. En esos años, para pagarse sus estudios de medicina, publica muchos relatos en revistas de segunda categoría hasta que llama la atención de editores y críticos, y empieza a publicar en medios más importantes. En 1886 ya era considerado un maestro del relato corto.
Némirovsky narra su trayectoria como escritor de relatos y como dramaturgo a la vez que detalla las dificultades familiares; los problemas económicos de algunos de sus hermanos, que ayudó a solucionar; y su progresiva tuberculosis, que condicionó su vida. Al mismo tiempo, muestra de manera condensada, pero muy certera, las claves de su literatura. Su contacto con el mundo del teatro le permitió conocer a las actrices Vera Feodorovna y Olga Knipper. Con esta última contrajo matrimonio en 1901. También cuenta sus viajes por Europa, sus largas estancias en Yalta y el viaje que hizo a la isla de Sajalín como reportero para describir la vida en los campos de reclusión.
Némirovsky ha conseguido una biografía amena, muy bien escrita, que contiene los sucesos más destacados de la vida de Chéjov, además de mostrar los principales rasgos de su carácter y su manera de abordar la literatura. De la obra del escritor ruso, Némirovsky destaca su obsesión por huir de la retórica, de los tópicos, y su empeño por mostrar con sencillez la realidad insignificante y desnuda.