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Vénus. Salón de belleza

TÍTULO ORIGINAL Vénus beauté

DIRECCIÓN

GÉNEROS

Directora y guionista: Tonie Marshall. Intérpretes: Nathalie Baye, Bulle Ogier, Samuel Le Bihan, Jacques Bonnaffé, Mathilde Seigner, Audrey Tautou, Brigitte Roúan. 105 min. Adultos.

Vénus es un pequeño salón de belleza donde los clientes, además de tratarse la piel, recibir un masaje o someterse a los rayos UVA, hablan de sus problemas y encuentran un momentáneo refugio a la tensión o al tedio cotidianos. En este microcosmos, por el que desfilan diversas personas, principalmente mujeres, se mueven todos los días las tres empleadas del salón -Marie (Audrey Tautou), Samantha (Mathilde Seigner) y Angèle (Nathalie Baye)-, que, a la vez que ayudan a los demás, buscan desesperadamente una felicidad que parece no existir. Un día aparece un hombre que podría ser el gran amor de Angèle; pero esta desconfía.

La directora y actriz Tonie Marshall ha escrito una historia a la medida de Nathalie Baye, a quien ya dirigiera en la película Les enfants de salaud. Su personaje, Angèle, es el alma de la película. Es ella quien hace funcionar el salón de belleza, a quien se dirigen los clientes. Tiene 40 años (Marie tiene 20), y «podría dirigir su propio negocio, pero prefiere trabajar como una empleada más»; le gusta ese sencillo trabajo «en el que puede hacer algo por la gente». Pero esa actitud externa, esa composición de lugar existencial, es un refugio, una evasión, la señal de una cicatriz profunda en el alma por algo que ocurrió en el pasado y que ella se niega a revelar. Solo la delata una expresión de tristeza infinita -de la que saca un partido admirable la fotografía de Gérard De Battista- y la inútil búsqueda de una relación con un hombre, que acaba derivando en una serie de encuentros superficiales. En este sentido, varias escenas en una estación de ferrocarril rinden homenaje a Breve encuentro, de David Lean.

El ritmo lento y las luces azules y rosas de los locales comerciales son adecuados para una historia que tiene un tono íntimo y triste, con un toque de cuento de hadas cínico y desengañado, que parece decir: «El amor solo existe a ratos; aprovéchalos». Por encima de todo queda una historia de mujeres y para mujeres -los hombres son simples arquetipos-, en un mundo pagano y sin horizontes, que produce una inmensa soledad. Poco bagaje para justificar los cuatro Premios César 1999 -a la mejor película, dirección, guión y actriz revelación (Audrey Tautou)- que ha ganado este film.

Fernando Gil-Delgado

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