7/10Valoración

Una batalla tras otra

TÍTULO ORIGINAL One Battle After Another

PRODUCCIÓN Estados Unidos, 2025

DURACIÓN 161 min.

PÚBLICOJóvenes-adultos

contenidos

Ritmo : ⚪⚪⚫
Amor: ⚪⚫⚫
Lenguaje Soez: ⚪⚪⚫
Sexo: ⚪⚫⚫
Sensualidad: ⚪⚪⚫
Violencia: ⚪⚪⚫
Humor: ⚪⚪⚫

ESTRENO26/09/2025

Bob y Perfidia forman parte del grupo revolucionario antifascista “75 Francés”. ¿Su misión? Cambiar el mundo desde la frontera de Estados Unidos con México mediante actos de terrorismo doméstico, principalmente en defensa de los inmigrantes. Pero todo se tuerce cuando Perfidia es capturada por su archienemigo, el coronel Steven J. Lockjaw. Ese hecho marcará su destino para siempre.

Dieciséis años después, Perfidia ya no está y Bob –a menudo drogado y paranoico– vive retirado de cualquier hazaña revolucionaria, dedicado a criar a Willa, su hija adolescente. Mientras tanto, Lockjaw aspira a ingresar en una especie de organización masónica, elitista y supremacista. Su pasado, sin embargo, amenaza con salir a la luz y ponerlo todo en peligro, así que decide eliminar cualquier rastro de evidencia. Entonces, Bob, sin quererlo, se verá obligado a retomar su vieja lucha.

A Paul Thomas Anderson le encantan los personajes y las historias extremas y extravagantes. Una batalla tras otra no es una excepción. En ella, el director de Licorice Pizza, El hilo invisible o Magnolia adapta la novela Vineland, de Thomas Pynchon –otra extravagancia–, convirtiéndola en una ácida crítica de la sociedad actual. Y lo hace con mérito. Anderson logra lo que parecía imposible: trasladar al cine la sátira caótica y desbordante de Pynchon, sin perder ni su ironía ni su densidad. A pesar de las casi tres horas de metraje, el director mantiene muy bien el pulso narrativo, aunque la primera parte se resienta con un humor sexual zafio y obsceno, entre Perfidia y Lockjaw, que apenas aporta algo al resto del filme.

En Una batalla tras otra hay intriga, hay comedia y hay acción. Algo del surrealismo de los hermanos Coen, de la comedia de Huida a medianoche o de la gravedad de la reciente Civil War. En realidad, estamos ante una locura tras otra (a veces demasiado absurda, como lo de las monjas guerreras que cultivan marihuana), pero todas muy bien ensambladas. Un auténtico cóctel que funciona gracias no solo al guion y a la omnipresente banda sonora de Jonny Greenwood, colaborador habitual de Anderson, sino también al elenco: el magnífico Leonardo DiCaprio –en un papel que recuerda al de No mires arriba– y secundarios de lujo como Benicio del Toro o la hasta ahora casi desconocida Chase Infiniti.

De hecho, la gran baza de la película es la personalidad arrolladora de sus personajes: nada en ellos es ideal, todo está lleno de defectos, y esa imperfección da gran fuerza al guion de Anderson. Eso y, también, la capacidad que tiene este realizador de crear una atmósfera hitchcockiana, especialmente presente en la larga secuencia final de la carretera, un clímax tenso y perturbador que condensa lo mejor de su cine. Quizá no sea su película más redonda, pero sí una de las más libres y desafiantes, capaz de fascinar y desconcertar a partes iguales.

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