Amaia es una agente encubierta en la banda terrorista ETA en la época más exigente para los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. Con el recuerdo muy cercano de la superior La infiltrada, Agustín Díaz Yanes (Alatriste, Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto) unifica en un solo personaje varios relatos verídicos de infiltrados en ETA durante los años 90 y 2000.
Con un casting de primer nivel encabezado por Susana Albaitua (El comensal, Patria), Raúl Arévalo, André Gertrudix y Ariadna Gil, el guion sigue en orden cronológico una serie de atentados que hicieron reaccionar a todo el país, lo que facilita que el espectador haga memoria de ellos. El director de esta película recordaba en su estreno en el Festival de San Sebastián que se están haciendo muchas producciones sobre ETA, y que “se seguirán haciendo más, porque fue algo que ocurrió durante 40 años de democracia”.
Precisamente así comienza la película, recordando al espectador que cuando murió Franco la banda terrorista había cometido 40 asesinatos, mientras que en las dos décadas posteriores hubo 400 víctimas. De esta manera, el guion se vertebra en torno a unos sucesos más que en torno a unos personajes, con las ventajas e inconvenientes de esta decisión narrativa.
La película expone los hechos con ritmo, claridad y contención, dejando que el espectador pueda interpretar y reflexionar sobre una historia tan reciente. Esta distancia dramática, sin embargo, era compatible con un desarrollo más sugerente y matizado de los personajes. Algo que hubiera facilitado una mayor conexión emocional con la trama, especialmente para una gran parte del público juvenil que apenas conoce la tensión y la tragedia que se vivió en España durante casi medio siglo.
