Patria (serie)

Patria

GÉNEROS

PÚBLICOAdultos

CLASIFICACIÓNLenguaje soez, Violencia, Sexo

ESTRENO27/09/2020

EPISODIOS8

PLATAFORMAS

Un disparo de ETA termina con la vida de un hombre y destroza la amistad y el futuro de dos familias vascas. Veinte años después, cada uno de los integrantes de esas familias siguen recogiendo pedazos de la tragedia. En el escenario, el fin de ETA. Con estos mimbres construía Fernando Aramburu en 2016 Patria, una magnífica novela que ha vendido en España más de un millón de ejemplares.

Cuatro años después, HBO estrena la serie homónima que tiene como principal virtud la fidelidad a la novela. No era una adaptación sencilla, porque parte de la fuerza del texto estaba en ese fluir de las diferentes conciencias, en ese volver y revolver en el corazón y en la memoria para extraer unas veces la fuerza para vivir y otras la mentira para acallar, la compasión para entender, el olvido para no sufrir y, finalmente, el perdón para sanar. No hay apenas acción en Patria. Hay introspección, pensamiento, descripción, llanto, rabia, miedo, impotencia, cansancio, resignación, fe, desesperación, oscuridad y redención. Reflejar estos complejos estados del alma a través de la imagen no es fácil.

Y, sin embargo, Aitor Gabilondo –creador y guionista de la serie– y los dos directores –Félix Viscarret y Óscar Pedraza– han conseguido convertir en historia, en argumento, en cine, esos estados del alma.

Y lo han hecho precisamente, y no es quitar mérito a los cineastas, apoyándose en un texto muy rico que exprime a los personajes. En la novela, insisto, no había apenas acción, pero sí hay personajes, y la serie, sabiamente, ha decidido centrarse en ellos. Nueve personajes maravillosamente escritos, dirigidos e interpretados que aportan la densa riqueza humana de Patria. Cada uno con su arco de transformación afinadamente definido y perfectamente reflejado a través, esta vez sí, de acontecimientos, que en la novela se piensan y en la serie se viven. A veces se viven dos veces o tres, como en la novela, como en la memoria, como en la vida, en la que revivimos los traumas, las heridas, las despedidas y los encuentros. Qué arriesgada esa repetición de escenas casi exactas con la única diferencia de la información, del contexto, del punto de vista. Qué arriesgada y qué rica desde el punto de vista narrativo, porque la complejidad de la existencia humana y de cualquier realidad espinosa –y la que muestra Patria lo es– hace que sea imposible juzgar sin esa información, sin ese contexto, sin esos matices.

La dificultad y necesidad del perdón

Por otra parte, la fidelidad a la novela no se queda en la narración de los hechos o en la descripción de los personajes. Es una fidelidad sobre todo al mensaje del texto, a su fondo. Gabilondo ha sido absolutamente fiel al espíritu de Patria. Una novela que nos habla de la dificultad y la necesidad del perdón. Sin ningún tipo de equidistancias (a pesar de los miedos que encendió un cartel que hizo protestar al propio Aramburu) pero con la humanidad necesaria para entender la dificultad del tema, Patria plantea el conflicto de dos familias a las que el terrorismo ha destrozado. Ha acabado con sus cuerpos y con sus almas, con sus ideales, con sus ilusiones, con su amistad y hasta con su humanidad. Se lo ha llevado todo por delante. Y unos son víctimas y otros asesinos… y víctimas a la vez, porque son presas de su odio, de sus mentiras, prejuicios y adoctrinamientos.

Pienso que es injusto ver Patria como un ejercicio de blanqueamiento del terrorismo, porque precisamente muestra el carácter diabólico y destructivo de un pensamiento –el nacionalismo exacerbado- que, apoyándose al principio en una realidad positiva –el orgullo de pertenencia, las raíces culturales, el cariño a la tierra–, se pervierte, se maligniza y acaba pudriéndolo todo, anegando a una sociedad en el odio.

Y frente a la fuerza diabólica del odio, la única salida posible es el amor. Un amor que se traduce en un perdón heroico. Un perdón gravoso, que llega a hacer sangrar al alma y enfermar al cuerpo. Un perdón que puede costar más que la propia muerte. Un perdón que distingue el bien del mal, que huye de la equivalencia tanto como de la distancia eterna. Un perdón, en cierto modo sobrehumano, que es casi imposible sin una ayuda divina.

Al final, los héroes son ellos, los que han sido capaces de perdonar sin dejar de llorar. Junto a ellos, y también protagonistas de este drama, los que, llorando, han pedido perdón.

Ana Sánchez de la Nieta
@AnaSanchezNieta

Artículos relacionados
  1. 30 Sep, 2016

Contenido exclusivo para suscriptores de Aceprensa

Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.

Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.

Funcionalidad exclusiva para suscriptores de Aceprensa

Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.

Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta para poder comentar. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.