The Mexican

Director: Gore Verbinski. Guión: J. H. Wyman. Intérpretes: Brad Pitt, Julia Roberts, James Gandolfini, J.K. Simmons, Bob Balaban, Michael Cerveris. 123 min. Jóvenes-adultos.

DIRECCIÓN

GÉNEROS

Brad Pitt encarna a Jerry, un pequeño gangster, torpe y no muy inteligente, que entró por accidente en los negocios ilegales, y cuyo único deseo es largarse de allí, tanto más cuando su novia Samantha (Julia Roberts) decide marcharse a Las Vegas al ver que él no corta con el mundillo criminal. Como está decidido a seguir a su novia, sus superiores le exigen un último trabajo: cruzar la frontera mexicana y traer una legendaria pistola llamada The Mexican. Esa arma es una joya en su género y un símbolo, como Jerry tendrá ocasión de comprobar durante la odisea que sufre por cumplir el encargo. Mientras tanto, y para asegurarse de que el joven cumple las órdenes con fidelidad, sus jefes envían a Leroy (James Gandolfini), un asesino profesional, para que secuestre a Samantha.

The Mexican es una agradable comedia con demasidos baches para ser una gran película. Parte de éstos son involuntarios: el guión original proponía una historia independiente al estilo de Cerdos y diamantes, es decir gangsters, acción, crímenes, humor negro, sobriedad, montaje dinámico… Al convertirse en una superproducción con un reparto estelar la historia perdió su mordiente y sobriedad y, sin que el resultado sea malo, abrió una serie de brechas que se cubren como se puede. Así, la violencia resulta desconcertante; hay más química entre Sam y Leroy que entre ella y su novio, el final se alarga y se retuerce como una culebra, hasta recurrir a Gene Hackman para que concluya y salve los muebles.

Dicho esto, los aciertos son más numerosos que los fallos: los cuatro actores principales lo hacen bastante bien. Unas cuantas secuencias, particularmente los flash-back que narran la historia de la pistola, resultan memorables, y los diálogos entre Samantha y Leroy no tienen desperdicio. En el fondo, se trata de una película que tiene un fondo romántico clásico y quiere concluir con la gran pregunta sobre una pareja: «¿Cuándo hay que decir ya basta?», dice Leroy, y él mismo se responde «Nunca». Y junto a esa fidelidad afectiva propone alejarse del mal camino y, al modo de los boy scouts, hacer una buena acción.

Fernando Gil-Delgado

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