Sarah es astronauta, está separada y tiene una hija de siete años. Después de un duro trabajo de entrenamiento llega su gran oportunidad profesional: es la única mujer seleccionada para entrar en un ambicioso programa espacial con Marte como destino. Sin embargo, la misión implica permanecer un año lejos de la pequeña.
Próxima, de la directora francesa Alice Winocour y protagonizada por Eva Green, obtuvo el Premio Especial del Jurado en el último Festival de Cine de San Sebastián. La crítica también se ha mostrado, en general, partidaria de la cinta. No se entiende muy bien esa aquiescencia colectiva a no ser que estemos pisando, una vez más, el terreno de la corrección contemporánea, y ese es, en mi opinión, el problema de la cinta: que no hay en ella mucho más allá del “tema mujer”.
Me explico. Puede ser interesante e incluso necesario buscar el ángulo femenino en terrenos aún no explorados como la mujer en el espacio; pero si ese es el enfoque, se tiene que apreciar qué hay de diferente en la vivencia femenina, por qué la experiencia espacial es diversa a la del hombre. Me viene a la mente otra película francesa reciente, La número uno, que contaba genialmente cómo se comportan las mujeres en puestos de alta dirección.
Próxima reduce excesivamente la cuestión centrándose durante todo el metraje en lo que a la protagonista le supone la separación de su hija, y pone tanto hincapié en ese único enfoque, que al final la relación entre las dos resulta extraña, transmite una sensación de histeria que resta verosimilitud.
Si se quiere hacer cine de género hay que dar con los matices, que sin duda existen, para interesar.
Lo mejor de Próxima es, como destacó el jurado en Cannes, su ambición estética: está muy bien filmada en un azul que también transmite esa frialdad general de la película.