Prohibido querer

Prohibido querer

TÍTULO ORIGINAL Neil Simons Lost in Yonkers

DIRECCIÓN

GÉNEROS

Neil Simon’s Lost in YonkersDirectora: Martha Coolidge. Intérpretes: Mercedes Ruehl, Richard Dreyfuss, Irene Worth.

Son los años de la II Guerra Mundial en Nueva York. Jay (Brad Stoll) y Arty (Mike Damus) acaban de perder a su madre. Eddie, su padre, debe aceptar un trabajo que le obliga a viajar. Los chicos se quedarán con la severa abuela (Irene Worth), dueña de una tienda de dulces, y con la tía Belle (Mercedes Ruehl), una mujer de gran corazón pero algo mal de la cabeza.

Este magnífico film muestra una interesante galería de personajes, que no son lo que parecen. Los dos chavales son eso, chavales, pero madurarán en su nuevo ambiente familiar. La tía Belle demuestra ser el personaje más fuerte. A pesar de que pierde con frecuencia el hilo de sus razonamientos, sabe lo que quiere, reparte cariño a todos y está enamorada del acomodador de una sala de cine. La tía Gertie y Eddie se educaron en el miedo. Luego está el tío Louie (Richard Dreyfuss), envuelto en negocios turbios, la oveja negra de la familia. Pero la abuela es el verdadero personaje patético del film: con el rostro agrio, controlándolo todo, es incapaz de querer.

El dramaturgo y guionista Neil Simon ha adaptado para la pantalla su propia obra teatral, de gran éxito en Broadway y ganadora de varios premios Tony. El guión reparte momentos dramáticos y humor, aunque lo preside un tono agridulce. Martha Coolidge, que ya demostró pulso firme tras la cámara con El precio de la ambición, dirige con acierto a unos magníficos actores, de los que Ruehl y Worth ya interpretaron la obra en el teatro.

La fotografía de Johnny E. Jensen, con hermosas tonalidades de época, y la dirección artística de David Chapman sacan un provecho óptimo del casi único escenario de la película: el edificio que alberga la tienda de dulces. El peligro de que este escenario delatara en exceso el origen teatral del film se sortea con gran eficacia. Elmer Bernstein, con su banda sonora, está espléndido, como siempre.

José María Aresté

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